El director de esta compañía estatal jalisciense, maestro Dariusz Blajer, imprimió a esta obra de fastuosa producción un sello especial, tanto por sus escenas taurinas y su música de sonidos claramente españoles y muy alegres, como por su vestuario y actuaciones, que remitieron al público a la España Medieval, periodo que tocó la obra cervantina.
Mención aparte merece el despliegue técnico y escenográfico que durante alrededor de 90 minutos enmarcó la actuación de 42 bailarines, entre experimentados y práctica en los escenarios, y jóvenes con toda la energía dispuesta aunque de reciente ingreso al Ballet de Jalisco, compañía que ha demostrado que nació para ser un parteaguas en la danza.
Las correrías de "Don Quijote" y su fiel escudero "Sancho Panza", quien no se cansó en el escenario de corretear a las damas y de bailar con ellas, aunque los gallardos jóvenes de la comarca lo sacaran en vilo del escenario o lo hicieran volar sobre una agitada manta maniobrada por ellos mismos, fueron llevadas de manera espléndida al terreno del ballet.
Los jóvenes que integran el Ballet de Jalisco fueron seleccionados mediante convocatoria nacional e internacional, lo que permitió escoger a los mejores bailarines. De esa manera se conformó rápidamente un cuerpo de baile profesional de respetable nivel artístico que anoche, en la Alhóndiga de Granaditas, subyugó al público que toleró una llovizna necia.
"Don Quijote" estuvo a la altura en el escenario. Caballeroso con las damas y cortés con los señores, estuvo departiendo en una taberna y también bailó con ciertas damiselas que lo animaron a la ceremonia rítmica, en una lúdica representación de lo que sucede en las páginas del libro que ha dado la vuelta al mundo en los más inimaginables idiomas.
El director Blajer conoce el mundo del ballet clásico y tiene claro que la calidad se logra con trabajo y disciplina. El "Don Quijote" que presentó da cuenta de una estética en donde se conjugan la interpretación de los clásicos con una visión contemporánea de la puesta en escena, lo que generó un espectáculo de gran calidad técnica y visual.
Lo que el dramaturgo Miguel de Cervantes escribió en papel y tinta, el Ballet de Jalisco llevó al movimiento corporal, a su manera, porque en realidad, esta pieza fue estrenada por el Ballet Bolshoi en Rusia en 1866. Desde entonces, se ha convertido en una suerte de metáfora que sin una narrativa clara para muchos, representa las pasiones humanas.
Cuerpos que desfallecen ante el amor, batallas, fiesta taurina, convivencia, charla, todo lo que habla de la tradición literaria convertida en ballet, danzaron sobre el escenario de la explanada de la Alhóndiga, que pese al clima fue ocupada en más de la mitad de su aforo que es de cinco mil personas, en la sillería de la parte cercana y en las lejanas escaleras.