La computación en la nube, el "boom" de las aplicaciones y la movilidad -tendencias de éxito indiscutible- conforman el espíritu de la gran apuesta de Microsoft para el mercado de consumo, donde ha perdido fuelle en los últimos años.
Lo que más llama la atención de Windows 8 es su interfaz: multitáctil, colorida y compuesta de aplicaciones, muy orientada a las tabletas.
El sistema se ha concebido para que la experiencia del usuario sea la misma con independencia del dispositivo que utilice, ha asegurado el responsable del sistema operativo de Microsoft en España, Fernando Calvo.
Con una misma cuenta de correo electrónico, el consumidor puede acceder a su configuración, sus contactos y sus datos desde distintos dispositivos.
Windows 8 también recoge el fenómeno de la segunda pantalla: permite dividir el monitor en dos para realizar sendas actividades a la vez: por ejemplo, escribir un documento y consultar el tiempo, tuitear y ver un vídeo.
Esta nueva versión de Windows requerirá que el usuario se familiarice con su funcionamiento: menús deslizantes, nuevas formas de navegar y una nueva manera de cerrar los programas, por ejemplo.
Pero desde la compañía de Redmond (Washington) insisten en que éste es un Windows "reimaginado", pero no reinventado, y en efecto, más allá de su carcasa, los cimientos del nuevo sistema operativo beben de la arquitectura clásica de Windows y el usuario puede elegir que aparezcan cuando lo desee. Y el botón de inicio seguirá existiendo.
El sistema llevará integradas las aplicaciones de correo electrónico, mensajería, calendario, mapas, contactos, Xbox Music, vídeo, el navegador Internet Explorer 10, Smartglass -que permite la interacción entre distintas pantallas- y el servicio de almacenamiento en la nube Skydrive.
"Si tuviera que resumir Windows 8 en una sola frase diría que habilita a una nueva generación de dispositivos. Con Windows 8 viene una ola de innovación en hardware", ha explicado a EFE el responsable del sistema operativo de Microsoft en España.
Los fabricantes se han puesto las pilas creando equipos y periféricos que den vida al sistema operativo. En ese contexto las tabletas y los dispositivos convertibles -a medio camino entre la tableta y el ordenador portátil- serán los productos estrella.
Llama la atención la apuesta de la compañía de Redmond (Washington) por entrar en la producción de dispositivos -con la tableta Surface- y por querer hincar el diente a los servicios -con Xbox Music y más adelante con el cine-, como ya hacen con éxito considerable Apple o Amazon.
Después de algunos años instalado en la comodidad, gracias al éxito en el mercado profesional y también a los buenos réditos cosechados en el ámbito del ocio interactivo con Xbox, Microsoft afronta un otoño movido.
No sólo lanza Windows 8, también Windows Phone 8, el servicio de música en "streaming" Xbox Music, una nueva versión de Internet Explorer -la 10-, la tableta de fabricación propia Surface -con la que espera competir con el iPad- y la aplicación Smartglass, que permitirá acceder a los contenidos de Xbox Live desde teléfonos y tabletas y pasarlos de la pantalla de un dispositivo a un televisor.
Microsoft ha puesto toda la carne en el asador y sus socios fabricantes esperan el sistema operativo para impulsar el maltrecho mercado de las computadoras personales.