A la fecha, los científicos pensaban que otros procesos, como las supernovas, eran, en gran parte, responsables de regular la formación de estrellas.
Sin embargo, los datos del Observatorio Estratosférico de Astronomía Infrarroja (SOFIA) de la NASA, sugieren que las estrellas infantiles generan vientos estelares que pueden eliminar el material semilla necesario para formar nuevas, en un proceso conocido como “retroalimentación”.
De acuerdo con la página de Internet del Centro de Ciencias SOFIA, la Nebulosa de Orión es el vivero estelar más cercano a la Tierra, donde los científicos exploran la formación de estrellas.
Una de las características de esta nebulosa es el velo de gas y polvo, mismo que envuelve todo el proceso de nacimiento de estrellas. No obstante, la luz infrarroja puede atravesar el manto, lo cual permite el estudio de este objeto.
Las observaciones del instrumento de SOFIA también revelaron que el fuerte viento estelar de las estrellas más brillantes, denominado Theta 1 Orionis C (θ 1 Ori C), se llevó una gran capa de material de la nube donde se formó esta estrella.
“El viento es responsable de hacer estallar una enorme burbuja alrededor de las estrellas centrales. Interrumpe la nube natal y evita el nacimiento de nuevas estrellas”, dijo Cornelia Pabst, autora principal del artículo.
Los resultados publicados en la revista Nature, muestran que en el centro de la Nebulosa de Orión, el viento estelar de θ 1 Ori C forma una burbuja e interrumpe el nacimiento de estrellas en su vecindario.
Al mismo tiempo, empuja el gas molecular a los bordes de la burbuja, creando nuevas regiones de material denso donde podrían formarse futuras estrellas.
Dichos efectos de retroalimentación regulan las condiciones físicas de la nebulosa, intervienen en la actividad de formación de estrellas, además de impulsar la evolución del medio interestelar.
Entender la interacción de la formación de estrellas con el medio interestelar, es importante para comprender el origen de los astros.