Observan un quásar distante con una precisión dos millones de veces mayor que la del ojo humano

Un equipo internacional de astrónomos ha logrado observar el corazón de un quásar distante con una precisión dos millones de veces mayor que la del ojo humano, informó la Agencia Espacial Europea (ESA) desde su sede alemana de Garching, en el sur del país.

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Ilustración facilitada hoy, miércoles 18 de julio de 2012, por el Observatorio Europeo Austral (ESO) que muestra una impresión artística del quásar 3C 279.

Es la primera vez que el telescopio APEX (Atacama Pathfinder Experiment), situado en los Andes chilenos, a 5.000 metros de altitud en el llano de Chajnator, participa en una observación en la que se utiliza la técnica conocida como interferometría de base ancha (VLBI).

Esta técnica ha permitido a los astrónomos realizar la observación directa más precisa hasta la fecha del centro de una galaxia distante muy luminosa, en concreto del quásar 3C 279.

Los científicos conectaron el APEX, operado por la ESA, con dos telescopios estadounidenses, el conjunto Submillimeter Array (SMA), en Hawái, y el Submillimeter Telescope (SMT), en Arizona, que actuaron como uno solo, tan grande como la distancia que los separa.

La resolución angular de las observaciones alcanzaron 28 microsegundos de arco, es decir, alrededor de ocho mil millonésimas de grado, lo que supone una capacidad para distinguir detalles con una resolución dos millones de veces mayor que la del ojo humano.

Observaciones con esta precisión pueden sondear escalas de menos de un año luz a lo largo del quásar, algo que no deja de ser un logro para un objetivo que se encuentra a una distancia de miles de millones de años luz.

El quásar brillante 3C 279, con un agujero negro supermasivo en su centro de una masa de alrededor de mil millones de veces la del Sol, está tan lejos de la Tierra que su luz ha tardado más de cinco mil millones de años en alcanzarla.

Las observaciones realizadas suponen un nuevo paso adelante en la obtención de imágenes de agujeros negros supermasivos -tanto del que se encuentra en el centro de nuestra galaxia, la Vía Láctea, como de otros- y de las regiones que los rodean.