Así lo previeron hoy escritores y editores que participaron en la capital panameña en un panel sobre la industria del libro, moderado por el ex presidente colombiano Belisario Betancur, en el VI Congreso Internacional de la Lengua Española (CILE).
El mexicano Raúl Padilla planteó que la digitalización puso un universo de conocimientos al alcance de la mano, mientras que los libros tradicionales se movían en un mercado deprimido, con un número decreciente de librerías y problemas de distribución y venta, aunque propuso que el fenómeno sea mejor investigado.
"Hay millones de maneras de acercarse a la lectura...pero ese acceso jamás lo podremos ofrecer si insistimos sólo en los libros con soporte papel", al margen de los electrónicos (e-books), reseñó Padilla, ex rector de la Universidad de Guadalajara, en México.
Opinó que "lejos de ser una amenaza, el libro electrónico representa una oportunidad para ampliar enormemente la influencia de la lengua española en general, y del libro en español en particular", y "abre las puertas a una trasformación".
Indicó que el 90 por ciento de toda la información ha sido creada en los últimos 20 años y el 80 por ciento es información reestructurada procedente de videos, imágenes, correos electrónicos y comentarios en redes que simulan una "Torre de Babel informática".
La argentina Ana Cabanellas planteó que el proteccionismo del libro en países iberoamericanos afecta el acceso a las obras literarias, debido a la significativa variación de precios, y al abandono de lectores en zonas remotas alejadas del conocimiento.
Añadió que "la industria enfrenta dos retos fundamentales: desarrollar un mercado de lectura de manera sostenida, para lo que se requiere el concurso de muchos (gobiernos, empresarios, sistema educativo, docentes, bibliotecas y padres), y desarrollar una oferta adecuada para ese mercado".
En ese sentido, instó a los gobiernos iberoamericanos a promover tratados para el fomento a la libre circulación de los libros, en cumplimiento del acuerdo de Florencia y el protocolo de Nairobi, adoptado por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).
Al respecto, el escritor chileno Bernardo Subercaseaux resaltó los desequilibrios que hoy operan en los distintos países, así como la protección a la industria y la disparidad del Impuesto al Valor Agregado (IVA), que imponen una carga a la literatura.
Recordó que en 2004, España exportó a Latinoamérica 236 millones de dólares en libros, mientras únicamente importó de la región siete millones de dólares, lo que encareció obras como las del fallecido escritor y poeta chileno Roberto Bolaño.
"Mi impresión es que a Chile se la tragaron desde España", subrayó Subercaseaux, tras advertir que los consumidores pagan masivamente costos más altos por una entrada a concierto de rock que el costo promedio de un libro que transmite conocimientos.
Por su parte, Emiliano Martínez, vicepresidente de la Fundación Santillana, estimó que "el editor va a seguir existiendo". Recalcó que "el proceso de globalización han generado cambios" y que al parecer "nada va a ser igual" en el nuevo escenario digital.
Martínez afirmó que "los dispositivos electrónicos llegaron para quedarse" y que representan un desafío, pero contribuyen a que autores encuentren a más lectores y que los lectores accedan a más libros a través de formatos distintos, mientras que los editores conocen mejor lo que quieren los lectores.