“Las tormentas son dinámicas, y eso es lo que vemos con la Gran Mancha Roja. Cambia constantemente de tamaño y forma, y sus vientos cambian también”, expresó Amy Simon, especialista en atmósferas planetarias en el Centro de Vuelo Espacial de la NASA en Greenbelt, Maryland, y autora principal del nuevo artículo, publicado en la revista “Astronomical Journal”.
Las observaciones de Júpiter datan de hace siglos, pero la primera observación confirmada de la Gran Mancha Roja fue en 1831 y desde ese año han podido medir el tamaño.
La científica y sus colegas recurrieron a este archivo de observaciones históricas y las combinaron con datos de naves espaciales de la NASA, desde las dos misiones Voyager en 1979.
El grupo se basó en una serie de observaciones anuales de Júpiter que los miembros del equipo han realizado con el Telescopio Espacial Hubble como parte del proyecto OAL u OPAL.
El equipo rastreó la evolución de la Gran Mancha Roja y analizó su tamaño, forma, color y velocidad de deriva; además de observar las velocidades del viento interno de la tormenta, cuando esa información estaba disponible desde la nave espacial.
Los nuevos reportes muestran que la tormenta de manera reciente comenzó a desplazarse hacia el oeste más rápido que antes y que siempre se mantiene en la misma latitud, sostenida por corrientes en chorro hacia el norte y el sur, pero gira alrededor del globo en la dirección opuesta en relación con la rotación hacia el este del planeta.
Históricamente, se ha asumido que esta deriva es más o menos constante, pero en observaciones recientes, el equipo descubrió que el punto se está acercando mucho más rápido.
El estudio confirma que la tormenta ha estado disminuyendo en general desde 1878 y es muy grande como para albergar a más de una Tierra en este punto, pero el registro histórico indica que el área de la mancha creció temporalmente en la década de 1920.
"Hay evidencias en las observaciones archivadas de que la Gran Mancha Roja ha crecido y disminuido con el tiempo. Sin embargo, la tormenta es bastante pequeña ahora, y ha pasado mucho tiempo desde la última vez que creció", indicó la coautora del artículo y profesora emérita de la Universidad Estatal de Nuevo México en Las Cruces, Reta Beebe.
Debido a que la tormenta se ha ido contrayendo, los investigadores esperaban encontrar que los poderosos vientos internos se volvían aún más fuertes, como un patinador de hielo que gira más rápido cuando tira de sus brazos.
La tormenta parece forzada a estirarse, es casi como si la arcilla tuviera forma en una rueda de alfarero, que a medida que la rueda gira, se puede transformar una bola de barro corta y redonda en un jarrón alto y delgado empujando hacia adentro con las manos, por lo que cuanto más pequeño sea la base, más alto crecerá.
Por lo que en el caso de la Gran Mancha Roja, el cambio de altura es pequeño en relación con el área que cubre la tormenta, pero aún es notable. Además, el color se ha profundizado, volviéndose muy anaranjada desde 2014.
Los investigadores no están seguros de por qué está sucediendo eso, pero es posible que los químicos que colorean la tormenta sean transportados a la atmósfera a medida que el lugar se estira, además de que en altitudes más altas, los químicos estarían sujetos a más radiación UV y tomarían un color más profundo.
Igualmente, no saben si la mancha se contraerá un poco más y luego se estabilizará o se romperá por completo.
"Si las tendencias que vemos en la Gran Mancha Roja continúan, los próximos cinco a diez años podrían ser muy interesantes desde un punto de vista dinámico. Podríamos ver cambios rápidos en la apariencia física y el comportamiento de la tormenta, y tal vez la mancha roja termine siendo no tan buena después de todo", acotó el coautor Rick Cosentino.