La escotilla se abrió exactamente a las 14:00 hora de Moscú (10:00 GMT) y los seis voluntarios salieron del simulador de nave interplanetaria situado en la sede del Instituto de Problemas Biomédicos de Moscú (IPBM) tras casi un año y medio de encierro.
Uno a uno, los "martenautas" abandonaron el simulador -sonrientes, como se pudo apreciar en las imágenes de la televisión rusa- y fueron recibidos por autoridades, familiares y amigos, con los que sólo podrán departir tras tres días de cuarentena, en la que serán sometidos a exhaustivos reconocimientos médicos.
Los voluntarios, los rusos Alexéi Sitev, Alexandr Smoléevski y Sujrob Kamolov, el ítalo-colombiano Diego Urbina, el francés Romain Charles y el chino Wang Yue, comparecerán ante la prensa el martes de la próxima semana.
"El proyecto Marte-500 ha sido todo un éxito, aunque sea sólo por el hecho de que ninguno de los miembros de la tripulación internacional abandonó el experimento", declaró a la agencia oficial RIA-Nóvosti su responsable ejecutivo, el doctor Alexandr Suvórov.
Agregó que el simulacro ha demostrado que "el ser humano puede soportar un viaje a Marte de ida y regreso", aunque debido a la cantidad de recursos que se necesitan, incluidos los alimentos, la tripulación de un viaje real estará integrada por cuatro "martenautas", y no seis.
El fin del experimento fue aprovechado por el subdirector de la agencia espacial rusa Roscosmos, Vitali Davydov, para reiterar que Rusia tiene planes de enviar un vuelo tripulado a Marte en los años 30 de este siglo.
"Marte está en nuestros planes. Será para los años 30, para mediados de los años 30. Muchos de los presentes vivirán para verlo", dijo Davydov en rueda prensa al término del experimento.
El jefe del programa de vuelos tripulados de Roscosmos, Alexéi Krasnov, indicó a su vez que la agencia planea repetir el experimento Marte-500, pero ya en el espacio.
"¿Cuándo ocurrirá esto? Creo que no antes de un par de años", dijo Krasnov.
Los participantes en el proyecto realizaron más de un centenar de experimentos, tuvieron que reparar averías y efectuaron incluso caminatas simuladas en el planeta rojo.
"La salida a la superficie de 'Marte' nos dio mucha información. Los especialistas controlaban permanentemente el estado físico y moral de los voluntarios", dijo el doctor Suvorov.
Indicó que el pulso de algunos "martenautas" llegó a las 160 pulsaciones por minuto, más de las 152 que tuvo Yuri Gagarin durante su histórico vuelo espacial.
Con unas reservas de varias toneladas de agua y comida, los "martenautas" vivieron en el interior de cinco módulos espaciales de 180 metros cuadrados sin ventanas y con la misma composición del aire, presión y nivel de ruido que en una nave interplanetaria, condiciones similares a las de un vuelo espacial real.
El módulo de vivienda incluyó una cocina con mesa-comedor y unas minúsculas habitaciones forradas de madera de tres por dos metros para los tripulantes, con cama, mesa y armario, retrete y una ducha, que sólo pudieron usar una vez cada diez días.
Según los organizadores del proyecto, el momento más difícil fue el retorno simulado a la Tierra, ya que en ese momento la misión ya había sido un éxito, pero los voluntarios debían seguir realizando experimentos durante varios meses.
Además, su experiencia servirá para comprobar la compatibilidad psicológica entre los integrantes de una tripulación y permitirá perfeccionar la construcción de las naves espaciales que viajarán a Marte, la prioridad de las agencias espaciales de Rusia y Estados Unidos.
Por Bernardo Suárez Indart