El seguimiento del acontecimiento, en el que participaron decenas de telescopios astronómicos en el mundo, se llevó a cabo en el Observatorio Astronómico de Garching, en las cercanías de Munich.
El semanario alemán de investigación periodística Spiegel calificó el acontecimiento como "el comienzo de una nueva era en la Astronomía".
Con los potentes telescopios, los científicos pudieron atestiguar en forma directa la muerte de dos estrellas y pudieron medir las ondas gravitacionales de ese evento cósmico.
El astrofísico del Instituto alemán de Investigación Científica Max Planck, Andreas von Kienlin, declaró a Spiegel que las estrellas de neutrones son de los objetos más fascinantes y exóticos del Universo. Son restos de soles gigantescos que se destrozaron bajo el efecto de la propia fuerza gravitacional.
Esa explosión ocurrió porque el "combustible“ interno que contienen para la fusión nuclear se les acabó. Lo que queda de esos soles son cuerpos celestes sumamente pequeños que tienen un diámetro de 20 kilómetros y una densidad extrema.
A pesar de su pequeñez pueden poseer aún más masa que la estrella de nuestro sistema solar.
El otro gran descubrimiento que posibilitó ese trabajo de decenas de observatorios astronómicos en el mundo es que los astrónomos consiguieron medir tanto las ondas gravitacionales como la radiación electromagnética del mismo acontecimiento.
Según Spiegel, el suceso se puede explicar con la analogía de que por primera vez la humanidad pudo utilizar el telescopio como si fuera su ojo humano. Ya se podía desde hace poco escuchar con detectores de ondas gravitacionales todos los sonidos del Universo. Ahora se pueden usar lo que llamaríamos ojos y oídos al mismo tiempo.
De acuerdo con el astrofísico Andreas von Kienlin, este es el inicio de una "astronomía multi-messenger que posibilitará una comprensión más profunda de nuestro universo".