Agaves y su relación con los murciélagos

Se observó que los murciélagos realizan algo muy peculiar, usualmente visitan los agaves en grupo y, si uno tiene poquitas flores, no se acercan; es decir, mientras más florezca será más visitado, esto provoca que los agaves produzcan inflorescencias cada vez más grandes, haciéndolas más abundantes.

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Agaves y murciélagos aparecieron casi al mismo tiempo en la Tierra.

En el Laboratorio de Ecología Evolutiva del Instituto de Ecología-UNAM, desde hace 20 años, los investigadores realizan estudios filogenéticos de distintas especies de agave, su adaptación en las zonas áridas y, en especial, su coevolución con un grupo particular de murciélagos.

Hoy en día es posible ver cómo algunas plantas se asocian con sus principales polinizadores; por ejemplo, aquellas polinizadas por colibríes comparten ciertas características similares, como formas tubulares relacionadas con el largo del pico. Existen distintos síndromes de polinización –conjunto de características de la flor, como forma, color, néctar, tipo de polen y esencias que atraen a polinizadores específicos, permiten que se alimenten y, al mismo tiempo, excluyen a otros visitantes que podrían usurpar los recursos florales sin realizar polinización efectiva–, en este caso, el equipo de investigación, dirigido por el doctor Luis Enrique Eguiarte Fruns, se enfocó al estudio de los agaves y su relación con los murciélagos nectarívoros, sus principales polinizadores.

Los agaves son plantas que crecen durante mucho tiempo (hasta 50 años), por eso también se les conoce como plantas centenarias. Tienen un solo evento reproductivo en su vida, del cual resulta la inflorescencia –tallo en donde se desarrollan las flores–, que atrae a una gran diversidad de aves como colibríes, pájaros carpinteros y abejas, y por la noche, a una cantidad impresionante de murciélagos nectarívoros y mariposas nocturnas.

Hay un género de murciélago que destaca en la evolución de los agaves, es el Leptonycteris, por ello, “hemos realizado análisis filogenéticos –las relaciones evolutivas entre los organismos desde su origen en el planeta– en los que incluimos varias especies de agaves para calibrar relojes moleculares –el ADN se comporta como un reloj, ya que, al medir la velocidad de las mutaciones acumuladas a lo largo del tiempo, se puede estimar la fecha en la que apareció alguna especie–. Tomamos muestras de ADN del cloroplasto de los agaves y de algunos genes mitocondriales de los murciélagos y encontramos que el inicio de éstos en el planeta data de hace 12 a 14 millones de años”, explica el doctor Eguiarte Fruns.

También se observó que los murciélagos realizan algo muy singular: usualmente visitan los agaves en grupo y, si uno tiene poquitas flores, no se acercan; es decir, mientras más florezca será más visitado, esto provoca que los agaves produzcan inflorescencias cada vez más grandes, haciéndolas más abundantes.

“Por el momento, nos encontramos haciendo más estudios para entender el genoma de los agaves, cuando tengamos más datos podremos entender mejor su adaptación y la base genética de su evolución, la información que se obtenga podrá ser útil para el mejoramiento y aprovechamiento de esta planta”, concluye.