En una ceremonia realizada en la zona hotelera de Cancún, donde se vertieron parte de los 5.2 millones de metros cúbicos de arena que se usaron para rellenar las playas, Calderón indicó que las obran permitirán "reconstituir la imagen que tenían estos centros vacacionales antes de los desastres naturales que tanto han impactado a la región".
El paso de varios huracanes por esta región mexicana, principal destino turístico del país, redujo el ancho de la playa al punto de que varios hoteles perdieron completamente sus franjas de arena y el mar amenazaba las estructuras de algunos inmuebles.
Esa zona de México "vio cómo se reducían y se cancelaban viajes de visitantes, tanto nacionales como extranjeros", sobre todo tras el paso del huracán "Wilma" en 2005, el cual "afectó prácticamente el 90 por ciento de las playas", agregó el mandatario.
La situación turística de la Riviera Maya y Cancún empeoró en 2009 tras la epidemia de gripe A que tuvo a México en el foco de atención, en la medida en la que fue el primer país del mundo que declaró la alerta sanitaria por el virus.
Como ejemplo de la recuperación turística de la zona, Calderón se refirió a la cumbre del Grupo de Río celebrada la semana pasada en Playa del Carmen y a importantes reuniones que se llevarán a cabo en Cancún este año, como la asamblea anual del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el Foro Internacional de Energía y la Conferencia de Naciones Unidas sobre Cambio Climático.
Mientras que durante la epidemia del virus AH1N1 la ocupación hotelera en Cancún se situó en el 24 por ciento, en diciembre pasado llegó a 70 por ciento, y la semana pasada se ubicó en 93 por ciento, precisó Calderón.
El mandatario destacó que su gobierno impulsará el turismo en México mediante la construcción de dos nuevos aeropuertos, la ampliación de otros 26, entre ellos el de Cancún, y la construcción de autopistas para hacer más accesibles los destinos vacacionales.
Las obras inauguradas hoy, en las que se invirtieron alrededor de mil millones de pesos (78.7 millones de dólares), fueron criticadas duramente por grupos ecologistas como Greenpeace y Gema, que argumentaron que ponían en riesgo el hábitat de especies protegidas como la tortuga marina, el caracol rosado y los arrecifes de coral.