Tras su despedida de las pasarelas en 2020, Gaultier ha tomado el puesto de mecenas de su propia marca e invita a diseñadores emergentes a tomar las tiendas.
Este miércoles fue el turno del belga Glenn Martens, creador de la firma Y/Project y desde 2020 director creativo de Diesel, que reinterpretó los códigos del Gaultier de los 1990 en vestidos alargados y estrechos que marcan y reafirman la silueta.
Destacaron los vestidos de punto trenzado hasta los tobillos con aperturas en hombros y vientre, como si se tratara de una venda que envuelve a la modelo, así como los trajes tipo malla con estampados a rayas o salvajes que dibujan el contorno del cuerpo.
Martens, de 38 años y licenciado en la misma escuela de diseño que compatriotas de reconocido talento como Martin Margiela o Dries Van Noten, se quedó en una gama de grises antracita, beiges y verdes oscuros, lo que dio a la colección un aspecto un tanto sombrío.
Resaltó este ambiente con vestidos de organza traslúcidos sobre variaciones del famoso corsé de Gaultier, que Martens utilizó como un vestido, pero también la pasarela de fondo negro en la que fue mostrada la colección de Alta Costura primavera-verano 2022.
Una de las piezas más llamativas fue un vestido de punto largo con raya marinera bordado con corales rojos de pies a cabeza, lo que hacía parecer que la modelo acababa de salir del fondo marino.
Gaultier se levantó de su asiento en primera fila al terminar el desfile para abrazar a Martens, recibido entre aplausos y ovaciones.
En julio, el "enfant terrible" de la moda francesa había dejado la colección otoño-invierno 2021/2022 a la japonesa Chitose Abe, creadora de la exitosa firma Sacai.
De Martens dijo haberse sentido atraído por su estética vanguardista, experimental y arquitectónica, y su juego entre los códigos masculinos y femeninos.
PRINCESAS Y CORSARIOS
En la Semana de la Moda de París, donde se suceden desde este lunes y hasta mañana, jueves, la presentación de las colecciones de Alta Costura primavera-verano 2022, fue también el turno este miércoles del diseñador libanés Zuhair Murad.
Su afición por los vestidos princesa, con faldas largas, tules cargados de pedrería y escotes marcados, jugó en esta línea con la estética medieval y de piratas.
Sus vestidos estuvieron acompañados por tricornios trenzados o pañuelos anudados a la cabeza, aunque las alusiones al mundo de la navegación fueron más allá, como con el bordado de mapas antiguos en los vestidos.
Reinaron los colores pastel, sobre todo los tonos piel, aunque Murad incluyó algunos estilismos en rosa fucsia y azul cerúleo.
Destacaron algunos vestidos abiertos y ajustados al cuerpo realizados en macramé, elevados a la categoría de Alta Costura gracias a los trabajados bordados de pedrería.
Además de los vestidos, hubo algún estilismo de noche con pantalones tipo falda, abombados, traslúcidos y decorados con brillantes.
Ambos desfiles pudieron celebrarse de forma presencial, aunque fueron retransmitidos en directo, con la asistencia de apenas un centenar de invitados obligatoriamente con mascarilla para evitar contagios del coronavirus, si bien la moda ya parece dispuesta a ir retomando el contacto físico con su público tras dos años de pandemia y virtualidad.