Desde el primer estilismo, los invitados percibieron que Anderson estaba dando paso a un nuevo capítulo: un sobrio y elástico vestido negro abría el desfile con una forma cubista en torno a la cintura, como si un cubo de metal saliera del cuerpo.
Adiós a las siluetas fluidas, los vestidos vaporosos con mangas abultadas y faldas exageradas de los últimos años. La colección primavera-verano 2022, presentada en el marco de la Semana de la Moda, apostaba por la deconstrucción, la psicodelia y "un punto surrealista", como explicó Anderson tras el espectáculo.
"Hace casi ocho años que estoy en Loewe y siento que, después de la pandemia, era el momento de explorar nuevos territorios", dijo el diseñador británico a la prensa.
El punto de partida fueron los cuadros del pintor renacentista Pontormo, a quien tomó como referencia para explorar las posibilidades del color, los drapeados y las torsiones.
Así, los vestidos largos sobresalen en lugares inesperados, el torso se convierte en una placa de metal integrada en vestidos y abrigos, las capas y las gabardinas se llevan del revés y se transforman en vestidos con escote en la espalda, y el tejido vaquero se reajusta para dar forma a un vestido asimétrico.
En un comunicado, la firma explicó la particular construcción de estas capas, que "parecen alas que emulan a personajes eróticos del manga, mientras que los elementos drapeados cuelgan caen y se dan la vuelta".
"Me he preguntado por qué hacemos desfiles después de tanto 'show', cuál es el desfile de moda perfecto. Quería hacer algo neurótico, psicodélico y con un punto de surrealismo. Y para mí este es un desfile puro porque abre nuevas dimensiones", añadió Anderson, de 37 años.
INFLUENCIA DEL SURREALISMO
El británico pensó en el trabajo de artistas como el fotógrafo Man Ray y otros destacados creadores surrealistas de la Francia de los años 20 y 30, que introdujeron en su obra metal y objetos del día a día para crear insólitas piezas.
El diseñador de Loewe se inspiró en esto para que sus desestructurados y circunspectos vestidos contrastaran con el absurdo: los tacones de las sandalias atrajeron todas las miradas con sus formas de huevo, vela de cumpleaños, rosas, pastillas de jabón e incluso esmaltes de uñas.
En la última parte del desfile, los vestidos vaqueros y las gabardinas dejaron paso a vestidos de lentejuelas con volantes, cazadoras amplias combinadas con 'culottes' y unas placas transparentes de metal que reproducen el torso femenino insertado en vestidos y jerséis de punto.
Anderson se llevó un clamoroso aplauso por parte de su público, que por primera vez fue convocado en un edificio diferente a la sede de la Unesco, utilizado en los últimos años como escenario de sus celebradas colecciones con las que ha conseguido llevar Loewe al podio de las marcas internacionales más deseadas.
Durante el último año y medio, cuando la industria se llevaba las manos a la cabeza y anhelaba regresar a la vieja normalidad, el diseñador de Loewe se amoldaba sin problemas a los desfiles virtuales y apostaba por aprovechar esa pausa para recuperar la fantasía y el arte en una industria asediada por la velocidad y la necesidad de ser comercial.
"Creo que hacer un desfile ahora mismo es casi un acto surrealista, un acto erótico. No quería anclarme a la realidad en esta colección, había que poner una distancia", explicó el creador, quien demostró que para él este período de crisis no ha sido tiempo perdido.