El autismo, describió el especialista, se debe entender como un trastorno del neurodesarrollo que puede comenzar desde que nace el niño, el cual comienza con una vulnerabilidad neurológica que se ve alterada.
Quienes la padecen presentan características como fallas para relacionarse, como respuestas tardías y déficit de reciprocidad socioemocional, como cuando le sonríes al bebé y no obtienes la misma respuesta.
“Aparte van desarrollando conductas que caen en un carácter atípico, no comunes a las demás; pueden usar los objetos o juguetes no de acuerdo a su función; pueden tener acciones como mover la mano de forma repetitiva”, detalló.
Reza Becerril destacó que por ello es importante identificarlo desde los primeros meses y tener en cuenta que este transtorno no siempre es igual, pues cada persona tiende a desencadenarlo en forma diferente.
Respecto de las causas que lo originan, el especialista expresó que se puede producir debido a que se alteran las variables hereditarias, hay una parte genética para que se altere desde el útero y variables ambientales; sin embargo, se sigue investigando más de una centena de genes para ver dónde está la falla, aunque no se ha encontrado algo específico.
“Por ejemplo, la leche no es tan sana, ya que tiene proteínas que son complejas de procesar para un pequeño de meses, también los cereales. Además de que hay diferentes condiciones ambientales a los que estamos expuestos”, aseveró.
Respecto de sí existe algún tratamiento específico, el asesor técnico de la Federación Latinoamericana de Autismo precisó que debe ser integral, ya que se tienen que atender diferentes aspectos, pues no todos presentan lo mismo y con igual avance.
También resaltó que es fundamental ayudar a los padres, ya que para ellos detectar este tipo de trastorno puede provocar un gran impacto emocional.
“Se debe incluir a familiares que se encuentran en el entorno, como abuelos o hermanos, para que puedan ayudar de alguna manera. Además, a los pequeños también se les prepara para poder llevar una vida ‘normal’ social, y en un futuro en lo laboral”, enfatizó.
El asesor en autismo recomendó estar alertas a las señales desde los primeros meses de vida, pues de acuerdo con estudios, un niño con autismo puede ser identificado desde los primeros siete u ocho meses.
“No hay pruebas donde se identifique de manera contundente, sólo se da por observación de conducta y relación social, incluso horas de observación profunda que hasta se pueden convertir en días”, acotó.
Reza Becerril subrayó que es lamentable que en el país se ha incrementado la demanda de servicio por autismo y que no existan las suficientes clínicas para atenderlo en forma debida.
“En México nos rebasa la demanda de atención, se tienen que crear servicios de gobierno. Hay muchas familias que no tienen recursos y las pocas clínicas que atienden suelen tener costos muy elevados, debido a que la atención para cada niño es personalizada”, puntualizó.