El Índice de Precios al Consumo (IPC), el principal indicador de la inflación, subió tres décimas con respecto a marzo principalmente por el alza de los alimentos, que suponen casi un tercio de la cesta del ciudadano chino medio y cuyo precio aumentó por las bajas temperaturas y las fuertes lluvias en las zonas agrícolas del país.
Con todo, la inflación se encuentra por debajo del objetivo anual del Gobierno, del 3.5 por ciento, lo que en un principio da a las autoridades margen de maniobra para adoptar medidas de estímulo.
Sin embargo, tal como apuntó a EFE el profesor de Economía y Finanzas de la Escuela de Negocios China-Europa (CEIBS), Xu Bin, el fuerte incremento de la oferta monetaria y el aumento del crédito durante el primer trimestre del año "empuja ya a la economía china a un riesgo inflacionario mayor, especialmente durante la segunda mitad del año".
Según sus previsiones, la tasa de inflación del gigante asiático oscilará entre el 2.5 y el 3 por ciento durante el primer semestre, un nivel que podría incrementarse significativamente a finales de año, cuando espera IPCs por encima del 3 por ciento, algo que limita el espacio para flexibilizar en una mayor medida la política monetaria.
"Ahora quizás queda algo de recorrido, pero si la alta inflación de finales de año coincide con unas tasas de crecimiento que no acaban de remontar, el Gobierno chino se encontrará con un reto mucho mayor", explicó el profesor.
En cuanto al Índice de Precios al Productor (IPP), que mide la inflación en los precios al por mayor, se conoció hoy que cayó un 2.6 interanual en abril por decimocuarto mes consecutivo.
El descenso, que está por debajo del 2.2 por ciento estimado por los expertos, es el más drástico desde noviembre pasado e indica que la demanda interna sigue siendo débil.
Esta fragilidad del consumo junto con el alza moderada de la inflación podría llevar al Banco Central de China a agotar el espacio limitado que le queda con medidas de estímulo más ligeras y flexibles.
"No creo que las autoridades actúen modificando los tipos de interés, sino que se llevarán a cabo operaciones de mercado abierto par ajustar y controlar la liquidez", apuntó Xu.
Los expertos advierten de que medidas expansionistas más drásticas podrían alimentar un mercado inmobiliario en alza -la subida de precios en el sector alcanzó el 2.9 por ciento en abril-, mientras que un endurecimiento de la política monetaria dañaría el incipiente y no afianzado crecimiento económico del país.
China se ha propuesto la meta de alcanzar un crecimiento económico del 7.5 por ciento en 2013, la misma que se estableció el año anterior, aunque varios organismos internacionales esperan que la tasa se sitúe finalmente entre el 8 y 8.5 por ciento.
En 2012, el gigante asiático registró un crecimiento económico del 7.8 por ciento, la tasa más baja desde 1999, aunque repuntó un 7.9 por ciento en los últimos tres meses del año alentando las expectativas de una recuperación de la economía en este año.
En los tres primeros meses del año, sin embargo, el crecimiento de la segunda economía mundial fue menor a lo esperado por los analistas (7.7 por ciento).
Por otro lado, ayer la Administración General de Aduanas de China informó que en abril las exportaciones crecieron hasta un 14.7 por ciento interanual, una cifra muy alta teniendo en cuenta los resultados de sus principales competidores y la aun débil demanda mundial.
Hace meses que los números sobre comercio exterior del gigante asiático despiertan suspicacias ya que se especula que tales transacciones comerciales podrían esconder flujos de capital, fuertemente restringidos en China.
"Los datos de las exportaciones chinas son artificiales y demasiado altos, no creo que reflejen el valor real de las ventas al exterior del país", comentó hoy el profesor Xu al respecto. (EFE)