“No habría beneficios de una reunión (con Biden) y no tenemos planes para ello”, dijo Raisí en respuesta a una pregunta de un periodista durante su primera rueda de prensa desde que tomó posesión del cargo, hace poco más de un año.
Raisí planea viajar a Nueva York para participar en la 77 Asamblea General de la ONU a mediados de septiembre, un viaje que ya ha generado polémica.
A principios de este mes, un grupo de senadores republicanos pidió a Biden que no permita la entrada en el país del mandatario iraní, sancionado por Estados Unidos desde 2019.
Además, grupos de exiliados iraníes han denunciado a Raisí ante un tribunal estadounidense por su supuesta implicación en la ejecución de 5.000 presos políticos en 1988.
El Gobierno iraní mantiene los planes del viaje de Raisí a Estados Unidos.
Desde la Revolución Islámica de 1979, los contactos entre mandatarios estadounidenses e iraníes han sido escasos.
En 2006, el entonces presidente Mahmud Ahmadineyad envió una carta a George Bush, la primera de un dirigente iraní en 27 años, en la que analiza la situación en el mundo en alusión a las divergencias sobre el programa nuclear del país persa.
En septiembre de 2013, el entonces presidente estadounidense Barack Obama y el mandatario reformista iraní Hasán Rohaní mantuvieron la primera conversación - telefónica - entre los máximos líderes de ambos países desde 1979.
Dos años más tarde se firmó el acuerdo nuclear de 2015, que limitaba el programa nuclear iraní a cambio del levantamiento de sanciones internacionales, un pacto que abandonó el entonces presidente estadounidense Donald Trump en 2018.
Ahora, tras 16 meses de negociaciones entre Irán y Alemania, Francia, el Reino Unido, Rusia, China y, de forma indirecta, Estados Unidos la restauración de ese acuerdo nuclear parece más cercana que nunca.