"Esperamos que sea el único concierto y que no se repita. Ha sido una solución brillante pero espero que sea la última vez", refirió en una breve comparecencia de prensa antes de que se retransmita el espectáculo grabado poco antes, pues después tuvo que tomar un vuelo hacia Rusia.
La Scala ha renunciado a su "prima", la apertura tradicional de la temporada, y en su lugar ofrecerá esta tarde un concierto con las grandes estrellas del mundo, como Domingo o la soprano cubano-estadounidense Lisette Oropesa, que debía protagonizar la "Lucía De Lammermoor" de Donizetti.
El espectáculo será a puerta cerrada, retransmitido eso sí por la televisión pública, y por eso el tenor español aseguró que cantando echó en falta la presencia del público y su aplauso.
"El público quiere estar aquí, pero esta noche será recordada", dijo Domingo, ya que La Scala no había renunciado a su prima desde la Segunda Guerra Mundial, cuando quedó destruida en un bombardeo aliado en 1943 (reconstruida y reabierta tres años después).
El tenor, que debutó hace cincuenta y un años en esta ópera, para muchos la más importante del mundo, desde entonces ha participado en nueve "primas", cinco veces con piezas de Giuseppe Verdi.
Hoy cantará el aria "Nemico della patria" (Enemigo de la patria) de la ópera "Andrea Chénier" (1896) de Umberto Giordano.
Por otro lado reconoció que pasó momentos de temor cuando en marzo contrajo el coronavirus, del que acabó recuperándose, y aplaudió el que en estos momentos se sepa más sobre la enfermedad y las formas de hacerle frente.
El superintendente de La Scala, Dominique Meyer, agradeció a los artistas de todo el mundo su participación en este espectáculo, con el evocador título de "... a riveder le stelle" (A volver a ver las estrellas), como el último verso del Infierno de Dante Alighieri.
Y es que precisamente La Scala vivió momentos difíciles durante una pandemia que ha azotado especialmente a la ciudad de Milán y a toda la región de Lombardía, pues hace unas semanas se originó un foco de contagios que afectó a una treintena de músicos y coristas.
"He tenido la sensación de que todo el mundo de la ópera quería venir a La Scala", señaló Meyer, agradecido.