En un inusual discurso publicado en la página web de la cancillería, Wang reconoció que ambos países se enfrentan a "los más graves desafíos" desde que establecieron relaciones diplomáticas en 1979, y expresó que desea que los lazos se desarrollen de "una manera sincera".
"China está dispuesta a hablar si EEUU quiere. Sólo el diálogo puede evitar los malentendidos", afirmó, y agregó que ambas potencias han de "coexistir pacíficamente y enviar energías positivas".
El jefe de la diplomacia china se mostró partidario de limar asperezas, y a tal efecto sugirió elaborar varias listas para que ambos países las estudien.
La primera concerniría a temas "bilaterales y globales", mientras que la segunda trataría de "asuntos problemáticos" que, en teoría, aún pueden resolverse mediante la negociación.
La tercera lista enumeraría problemas sin solución.
Según Wang, la política estadounidense respecto a China se centra en "juicios erróneos que no se basan en hechos", y la clave estaría en que no pueden pretender cambiar al otro: "China no puede ser otro Estados Unidos. Tenemos nuestro propio camino acorde a nuestras características", dijo.
"Hay que manejar las disputas, minimizar el daño que puedan hacer a las relaciones. Debemos buscar un terreno común", apostilló.
El trasfondo de las diferencias entre las dos potencias es la subyacente pugna por la hegemonía, la guerra tecnológica y comercial y, más recientemente, el intercambio de acusaciones sobre el origen de la actual pandemia de coronavirus, a cuenta de la nueva ley de seguridad para Hong Kong o por la situación de los derechos humanos de las minorías musulmanas en la región noroccidental china de Xinjiang.