Dichos árboles, conocidos como sabinos (Taxodium mucronatum), han atestiguado importantes eventos históricos a lo largo de los últimos cinco siglos, detalló la Conafor en un comunicado.
Explicó que de acuerdo con una leyenda que versa sobre estos, fue Nezahualcóyotl quien los plantó en el año de 1460, por solicitud del tlatoani Moctezuma Ilhuicamina, por lo que se estima que estos árboles puedan ser parte de dicha tarea ya que se ha comprobó que por el tiempo que llevan vivos pertenecen al período señalado.
Conafor refirió que estos ejemplares no solo tienen importancia histórica, también son una fuente de información climática pues en su interior las capas anuales de crecimiento o anillos ofrecen datos certeros sobre sequías o inundaciones.
Por esa razón, la Comisión Nacional Forestal realiza acciones para preservar la identidad genética de estos antiguos ahuehuetes y poder reproducirlos.
Para conservar su germoplasma, personal de la institución eligió a finales de 2016 cinco ahuehuetes que se encuentran en la primera sección del bosque, la más antigua.
Se tomaron muestras de diferentes partes del árbol con las que se pudieran trabajar para reproducirlas y se almacenaron en el Centro Nacional de Recursos Genéticos (CNRG), ubicado en Tepatitlán, Jalisco, donde se tiene una colección nacional de recursos genéticos forestales a cargo de la Conafor.
Una vez que ingresaron al CNRG, perteneciente al Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP), comenzó el proceso de investigación y conservación del material genético.
La Conafor detalló que primero se separaron las muestras por árbol y se enumeraron del uno al cinco, posteriormente se hizo una desinfección completa para eliminar hongos o bacterias y con esto evitar que se desarrollaran microorganismos no deseados.
Finalmente se colocaron en tubos de ensayo bajo la técnica de cultivo in vitro, para mantenerlas en un ambiente controlado y con los nutrientes necesarios para que empezaran a desarrollarse.
Reveló que a un año de haber recolectado las muestras, el árbol con el número tres y el más longevo de los cinco, con un estimado que supera los 580 años, ha tenido un desarrollo muy lento, casi imperceptible.
En tanto que las muestras del árbol número dos se multiplicaron con más facilidad, no obstante, a diferencia de otras especies como el cedro, que crece rápidamente, este ahuehuete también presenta un crecimiento lento.
Al parecer lo anterior se debe a que entre más viejo sea un árbol, más lento es el desarrollo. Por lo pronto, el estudio y preparación de los clones continuará por los siguientes años hasta obtener muestras con las que se pueda multiplicar y hacer más individuos.