Al tribunal de París donde se le comunicó la imputación a la aerolínea asistió hoy el director general de Air France, Pierre-Henri Gourgeon, quien iba acompañado del abogado de la compañía, Fernand Garnault.
Ambos procesamientos se conocen dos días antes de que el organismo francés encargado de la búsqueda de los restos del fuselaje, la Oficina de Investigaciones y Análisis (BEA), inicie una nueva campaña de rastreo en el lugar del siniestro que se produjo el 1 de junio de 2009.
En las tres oleadas anteriores, el BEA no logró dar con las cajas negras del avión, imprescindibles para establecer las circunstancias de la catástrofe.
En diciembre de ese mismo año, ese organismo recomendó cambiar los "criterios de certificación" de los sensores de velocidad Pitot de los aviones, fabricados por la empresa gala Thales, que llevaba el aparato siniestrado.
Air France sustituyó ese tipo de sondas en todos sus aviones tras el siniestro de su vuelo AF447.
Jean-Claude Guiudicelli, uno de los abogados de los familiares de las víctimas, afirmó tras conocerse la imputación del fabricante de los aparatos que "no hay ninguna duda de la responsabilidad colectiva de Air France y de Airbus, puesto que la verdad en este asunto salta a la vista. Hay pruebas abrumadoras".
Entre esas pruebas Guiudicelli destacó que el sistema que comunica al ordenador de bordo del avión los fallos técnicos indicó cuando estaba cayendo que las sondas Pitot no funcionaban y que por tanto los pilotos no podían controlar la velocidad de vuelo.