Construido sobre los restos del Palacio de Moctezuma y de la casa del conquistador español Hernán Cortes, el Palacio Nacional de México, que fue morada de virreyes y centro del poder político en los últimos cinco siglos, conserva entre sus muros gran parte de la historia de México.
"El Palacio está plagado de una historia que no para. Hablar del edificio es citar a los Austrias, a los Borbones, a los imperios de Iturbide y Maximiliano, a Porfirio Díaz y Madero", dijo a Efe en entrevista su conservador, Miguel Ángel Fernández.
Sus pasillos y salones han atestiguado la historia del país, fueron morada de colonizadores, de virreyes y más tarde de presidentes y también escenario de los acuerdos que dieron luz verde al nacimiento de una nación independiente, el Acta de Independencia firmada en 1821.
El palacio original, conocido como "Casas nuevas de Hernán Cortés" y que se levantó sobre el Palacio de Moctezuma II, fue la segunda residencia del colonizador al oriente de la plaza central de la capital, conocida como el Zócalo, en el espacio que ocupó la antigua Tenochtitlan.
En el emblemático inmueble se puede visitar la sede del primer Congreso que aprobó la constitución de 1824 y están el recinto donde vivió el presidente Benito Juárez y el área que han ocupado la mayor parte de los presidentes y donde fue arrestado uno de ellos, Francisco Ignacio Madero.
También es muy conocido el balcón de su fachada principal desde donde, cada 16 de septiembre, el presidente en turno celebra la ceremonia de "El Grito" que recuerda los inicios de la Independencia mexicana.
Martín Cortés, hijo del conquistador, vendió la mansión a la corona española y se convirtió en el Palacio virreinal de la Nueva España, cuyo primer habitante fue Luis de Velasco.
A finales del siglo XVII el palacio fue presa de un grupo de indígenas que al no recibir alimentos lo quemaron y lo dejaron en ruinas.
"Así permaneció por años hasta que en 1711 se inició su reconstrucción en base a su composición original, pero con acabados de arte barroco", indicó el conservador.
Hacia 1821, el recinto fue entregado a Agustín de Iturbide, quien encabezó el llamado "Primer Imperio Mexicano" de 1821 a 1823, y después de cuatro décadas de luchas internas entre centralistas y federalistas fue sede del poder del "Segundo Imperio Mexicano" (1863-1867) dirigido por Maximiliano de Habsburgo.
Tras el fusilamiento de Maximiliano, el palacio se convirtió en morada del presidente Benito Juárez, lo que no hicieron sus sucesores, que prefirieron el castillo de Chapultepec hasta que se construyó la actual residencia presidencial de Los Pinos.
Entre los mayores atractivos para los visitantes del Palacio Nacional están los murales que dejó en sus paredes Diego Rivera (1886-1957) y que algunos estudiosos consideran como la obra más trascendental del artista mexicano.
Entre 1929 y 1935 dibujó el fresco "Historia de México" en la escalera principal. "Se trata de una magnífica lección de historia que abarca desde el México prehispánico, pasando por la conquista y finalizando con el México del futuro, el del desarrollo y la modernidad", explicó Miguel Ángel Fernández.
En un segundo periodo, pintó en la segunda planta del palacio once murales que quedaron inconclusos con la muerte del pintor que, según Fernández, "plasmó las más grandes riquezas y aportaciones de las culturas prehispánicas al mundo: el cacao, el maíz y el arte plumario".
También destaca en el recorrido por las instalaciones la Galería de Palacio Nacional, abierta en 2010 en el marco de las conmemoraciones del bicentenario de la Independencia y que alberga en 6.000 metros cuadrados más de quinientas reliquias históricas.
"Es sin duda la muestra más grande que jamás se haya visto en México", afirmó el conservador de Palacio.
Una vez concluida la muestra se han programado "numerosas" exposiciones y en los próximos meses se inaugurará el Museo de Sitio del Palacio con la "Colección Windsor", también adquirida con motivo del bicentenario, que comprende unas 1.510 piezas de los siglos XIX y XX.