Su padre, Rodolfo Stavenhagen llegó a México en 1940, con 8 años de edad encima y con las huellas del exilio como equipaje. Al abuelo de Andrea y padre de Rodolfo le encantaba todo lo relacionado con América y con el arte precolombino así que se dedicó a formar una extensa colección de arte precortesiano a partir de su llegada a nuestra nación, misma que puede apreciarse en el Centro Cultural Tlatelolco de la UNAM, bajo el título de “Colección Stavenhagen”.
Andrea y sus hermanos, pues, crecieron en un ambiente rico en historia, en curiosidad por las humanidades y con el ojo sensible a la pintura, la fotografía, el cine, la arquitectura y la escultura, mientras sus oídos también aprendían la sonoridad de las letras y la magia de la música. Recibieron el entrenamiento propicio para valorar lo que la cultura les proveía
La madre, María Eugenia Vargas, también antropóloga, influyó además en inculcar a la familia una preocupación por lo social, una educación en la que quedó fijo en los Stavenhagen que “no se puede andar por ahí solamente en uno mismo, sino que todos nos debemos a la comunidad alrededor, que por el sólo hecho de ser ciudadano se le debe algo”.
La joven Stavenhagen, gracias a la oportunidad de viajar de forma constante por las ocupaciones de su padre como sociólogo —por sus continuas colaboraciones para la ONU—, consiguió tener contacto con otros países y otros modos de ser, lo que también enriqueció su formación.
Andrea Stavenhagen, como era previsible, escogió para su desarrollo profesional una disciplina de las humanidades: Estudió Historia en la UNAM y comenzó su trayectoria profesional en el ámbito de la promoción y difusión cinematográfica al colaborar en la Dirección de Producción de Cortometraje del IMCINE, donde aprendió desde recortar un negativo hasta ocupar posteriormente la Subdirección de Investigación y Divulgación del Centro de Capacitación Cinematográfica, donde se entrenó paso a paso para reconocer los valores estéticos, políticos y sociales del arte nacido en siglo XX: el cine.
“Ver cine es mi trabajo y mi pasión. Reconocer el discurso, la gramática, la fusión de todos los elementos creativos y la decisión del realizador para contar la historia es un quehacer fascinante; es arte, es historia, es pintura, es música, un todo”, asegura la jurado del V Concurso Internacional de la Imagen en el género de video documental.
En 2005 se unió al equipo de trabajo del Festival Internacional de Cine en Guadalajara, a cargo del Encuentro Iberoamericano de Coproducción Cinematográfica, foro que ha cobrado gran importancia para el desarrollo y financiamiento de proyectos fílmicos de Iberoamérica. Hasta agosto de 2013 fue Directora de Industria de ese festival, en el cual también coordinó varias otras actividades dirigidas a los profesionales del cine.
Desde su creación en 2005, co-dirige el “Taller Morelia Lab para Jóvenes Productores de Latinoamérica”, uno de las iniciativas más importantes de la región para la profesionalización y capacitación de productores. Cabe mencionar que el Taller Morelia LAB es de actualización profesional para jóvenes productores de México y Latinoamérica creado por el FICM en colaboración con el IMCINE y que recién el año pasado celebró su décimo aniversario.
“La” Stavenhagen, como es conocida en el medio cinematográfico y de las Artes, ha sido miembro de comités de selección y jurado en diversas muestras y festivales de cine, en los que ha puesto todo su “expertisse” en coadyuvar a la promoción, difusión, divulgación y crítica de lo mejor del cine. “Sólo se reconoce lo que se conoce y he tenido el privilegio de presenciar creaciones cinematográficas de la más alta calidad alrededor de todo el mundo. Mis conocimientos y experiencia, por lo tanto, están al servicio de los productores, directores y artistas de documentales y ficción”.
La experiencia de Stavenhagen, por eso, constituyó un pilar de credibilidad y confianza para que el Patronato de la Universidad del Estado de Hidalgo en la V Edición del Festival Internacional de la Imagen 2015, tuviera el privilegio de contar con el juicio crítico de esta experta, pues los 11 trabajos de video documental que se seleccionaron como finalistas tuvieron la buena fortuna de tenerla como espectadora y jurado avezada en mirar, contemplar y juzgar la imagen (y las ideas) mediante el dominio y conocimiento del lenguaje, la redondez de la historia y el contenido con compromiso social.