Grecia demostró a la UE que está dispuesta a cumplir su exigencia de controlar el déficit mediante duras medidas de ahorro, pero lanzó también la advertencia de que si Bruselas no le presta un hombro en el que apoyarse, podría buscar ese "apoyo" fuera de la familia europea.
El primer ministro griego, Yorgos Papandréu, cumplió con lo que sus socios europeos esperaban y lo que la población griega teme: anunció una estrategia de austeridad para reducir el gasto público y aumentar los ingresos.
El plan de choque pretende ahorrar unos 4 mil 800 millones de euros para sanear la maltrecha economía griega, que acumula ya una deuda de más del 110 por ciento del Producto Interior Bruto (BIP) y un déficit del 12.7 por ciento.
Los jubilados van a ver como sus pensiones quedan congeladas y los 600 mil funcionarios van a tener que renunciar hasta un tercio de los ingresos por pluses y extras que cobraban hasta ahora.
Llenar el depósito de gasolina saldrá más caro, entre 3 y 8 céntimos por litro, y el IVA subirá entre un 0.5 y un 2 por ciento, dependiendo del producto.
Fumar y consumir alcohol costará un 20 por ciento más. Incluso la Iglesia Ortodoxa tendrá que pasar por caja, al aumentar los impuestos sobre sus propiedades e ingresos.
La lista sigue: suben las contribuciones sobre propiedades inmobiliarias de gran valor y los ingresos superiores a 100 mil euros serán gravados con el 45 por ciento de impuestos, más un pago único del 1 por ciento en 2010.
En general, se recortan en 700 millones las inversiones públicas y se congelan los nuevos contratos de personal público para 2010, con la excepción de educación, sanidad y cuerpos de seguridad.
Y para que el paquete sea completo, el Gobierno ha anunciado también una nueva legislación para afrontar la evasión de impuestos, un verdadero sumidero de ingresos públicos en Grecia.
Si a los recortes anunciados en febrero los sindicatos reaccionaron con una huelga general, el nuevo paquete de ahorro ha sido hoy recibido con indignación.
El sindicato de funcionarios, que se reunió con Papandréu hoy, ya ha convocado a una nueva huelga para el 16 de marzo.
La Confederación de Trabajadores, el principal sindicato, ha denunciado que "las medidas son unilaterales y no tienen justicia social" y el Partido Comunista hizo un llamamiento a no acatar las medidas y que los trabajadores se manifiesten en la calle.
La tensión social de las medidas ya se dejó ver hoy en el centro de Atenas, donde una concentración de jubilados que se manifestaban contra el Gobierno fue dispersada por fuerzas antidisturbios.
Pero aparte del anuncio de que Grecia entra en fase de austeridad, Yorgos Papandréu advirtió hoy de que su país podría solicitar ayuda del Fondo Monetario Internacional (FMI) si la Unión Europea (UE) no respalda a Atenas en sus esfuerzos por luchar contra el déficit público y el grave endeudamiento que sufre.
Según fuentes gubernamentales citadas por los medios griegos, el dirigente socialista aseguró tras el Consejo de Ministros: "Ya hicimos lo necesario. Ahora le toca a Europa. Si la UE no nos da el respaldo político, Grecia podría recurrir a la ayuda del FMI".
Esa advertencia llegaba cuando se suceden los rumores sobre un plan de rescate europeo para Grecia que impida, bien la bancarrota del país, bien que Atenas recurra al FMI, dos escenarios poco alentadores para la fortaleza y el prestigio del euro.
Lo cierto es que la situación de Grecia es grave. El propio Papandréu advirtió anoche en el Parlamento de que el país se encuentra "en una carrera contrarreloj para salvar la economía".
El primer ministro tiene previsto reunirse el viernes con la canciller alemana, Angela Merkel, y el domingo con el presidente francés, Nicolas Sarkozy.
El objetivo de ambos encuentros, asegurarse el apoyo político y económico para facilitar créditos a Grecia y la compra de sus bonos por otros países.