Pyeongchang promete unos Juegos compactos y sin despilfarro

Pyeongchang promete organizar en 2018 unos Juegos Olímpicos de invierno más austeros y alejados de la polémica que los que finalizaron el domingo en Sochi, pero la ciudad surcoreana tiene aún enormes desafíos por delante.

"Serán los mejores y más compactos Juegos de la historia", aseguró el jefe del comité organizador (POCOG) Kim Jin-Sun en Rusia.

La fortaleza económica de Corea del Sur y el apoyo de la población son los puntos fuertes de unos Juegos que serán también mucho más austeros que los de Sochi. La cifra estará muy por debajo de la suma récord de unos 51,000 millones de dólares que implicó el mega-evento impulsado por el presidente ruso, Vladimir Putin.

Kim estimó que los costos totales de la cita que se disputará en la región ubicada unos 180 kilómetros al este de Seúl alcanzarán los 9,000 millones de dólares. La suma se dividirá en 2,000 millones para el presupuesto operativo y casi 7,000 para la infraestructura.

Bajo el lema "nuevos horizontes" y apoyado económicamente por las grandes corporaciones surcoreanas, Pyeongchang consiguió imponer su candidatura en su tercera postulación, superando a Múnich y Annecy en la votación final.

La llegada de los Juegos a Corea del Sur promete abrir nuevos mercados en un continente que sólo organizó dos citas invernales, Sapporo 1972 y Nagano 1998, ambas en Japón.

El concepto está claro: será unos Juegos compactos, más aún que los de Sochi, que se disputaron en un radio relativamente pequeño entre la zona costera y la región de montaña de Krasnaya Polyana.

Pero Pyeonchang, una zona con muy poca densidad de población, espera que las distancias sean todavía menores. Según los organizadores, unos 30 minutos alcanzarán para llegar a cualquiera de los escenarios tanto en Pyeongchang como en la aledaña zona costera de Kangnung.

Un escenario importante de los Juegos será el complejo de esquí y deportes de nieve "Alpensia", que cuenta con un presupuesto separado de mil millones de dólares y fue construido desde cero a partir de 2009.

Sin embargo, allí surgieron ya los primeros problemas. Los medios locales aseguraron en su momento que "Alpensia" podría entrar en quiebra. El propio gobierno reconoció que había inconvenientes, pero Kim sostuvo que ya fueron solucionados.

La venta de terrenos y de residencias de vacaciones se convirtieron entretanto en un negocio creciente en la zona. "Un 40 por ciento de las propiedades ya fueron vendidas", sostuvo la Gangwon Development Corporation, empresa a cargo de la gestión del proyecto.

Corea del Sur se hizo un nombre en los deportes de invierno recién en los últimos años, gracias a los triunfos en el patinaje artístico, el patinaje de velocidad y el shorttrack. Pero en Sochi la actuación estuvo lejos del objetivo de estar entre los diez mejores que se había planteado el equipo asiático.

Con tres oros, tres platas y dos bronces, el equipo finalizó en décimo tercera posición. Las autoridades locales deben estar lamentando aún la disputa que alejó de sus filas a Victor An, un patinador de origen surcoreano que consiguió tres oros y un bronce para Rusia en Sochi.

El desarrollo del deporte invernal surcoreano es una preocupación incluso para el Comité Olímpico Internacional (COI), que el año pasado reclamó al país "conformar un equipo competitivo para todas las disciplinas en 2018".

Pese a ello, el presidente del COI, el alemán Thomas Bach, se mostró conforme con los preparativos durante una visita en noviembre. Siete de los 13 escenarios ya están finalizados y las obras en los restantes estadios se espera que concluyan en los próximos meses tras unas demoras provocadas por protestas de grupos ambientalistas.

Al igual que Sochi 2014, los Juegos de 2018 podrían tener un componente de tensión política por las conflictivas relaciones con la vecina Corea del Norte. Sin embargo, Kim prometió unos Juegos abiertos a todos y se mostró esperanzado en que los deportistas norcoreanos puedan estar en Pyeongchang. (DPA)