Según recoge hoy el diario oficial Shanghai Daily, que no precisa de qué organismo procede esa lista, hoy se ha publicado que en 18 sectores seguirá habiendo límites para la inversión extranjera, incluidos el bancario, financiero y asegurador, y algunos casos de agricultura, industria y servicios.
Así se empiezan a conocer los primeros detalles sobre cómo China liberalizará en parte distintos sectores de su economía de manera experimental en la zona, pero garantizando el control de los riesgos para su economía nacional, lo que hace difícil una apertura total como la de otras áreas de libre comercio mundiales.
De hecho se trata de la primera zona de este tipo en territorio continental chino bajo el Convenio de Kioto, y competirá en eso con otras similares asiáticas, Hong Kong, Busán y Singapur, tratando de dar empuje al objetivo de China de que Shanghái tenga en 2020 la influencia económica mundial de Nueva York o Londres.
Así, la participación extranjera en fondos de gestión y corredoras de bolsa (imposible por ahora en el resto del territorio) será posible en la zona, pero estará limitada a un máximo del 49 por ciento de su capital total.
Igualmente, la inversión extranjera en fabricación, investigación y desarrollo de componentes electrónicos de automoción sólo se podrá hacer en la zona mediante empresas mixtas, aunque se espera que los fabricantes sí puedan ensamblar allí en solitario.
En concreto, la inversión foránea máxima en firmas de baterías eléctricas de automoción será de hasta un 50 por ciento en una empresa mixta.
Otros sectores vedados serán los medios de comunicación, las editoriales y las productoras de radio y televisión, mientras que los cibercafés y el juego estarán prohibidos en toda la zona.
Salvo en esas excepciones, las empresas extranjeras podrán instalar y gestionar sus propios negocios libremente en la zona, excepto en esos 18 de los 1.069 sectores supuestos contemplados, aseguró Dai Haibo, subdirector del comité administrativo del gobierno de Shanghái para la gestión del área experimental.
Además, el procedimiento burocrático en la zona se ha simplificado en comparación con el del resto de China, ya que no será necesaria una aprobación oficial, sino someterse a un sistema de registro, lo que reducirá la instalación de una empresa en la zona a cuatro días, frente a los 29 que se puede tardar en el resto del país.
Con todo, según el Ejecutivo, la zona permitirá reformas en los servicios financieros, bancarios, contables y legales, el comercio marítimo, la construcción, la inversión extranjera, la sanidad y los seguros médicos, las firmas legales, las telecomunicaciones, las agencias de empleo y de viajes, la cultura y el entretenimiento.
Para hacer todo esto posible, las normas nacionales y locales que regulan la inversión extranjera en Shanghái serán suspendidas dentro de la zona de libre comercio, es decir, sobre el papel fuera, para el comercio, de las fronteras chinas, durante al menos tres años a partir de mañana, 1 de octubre, Día Nacional de China.