Según datos de la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares 2006, el tipo de violencia predominante entre las jóvenes solteras de 15 a 24 años es la emocional, que afecta a 23.1 por ciento de ellas; las prevalencias de violencia física, sexual y económica son 4.6 por ciento, 3.1 por ciento y 0.7 por ciento, respectivamente.
La condición de tener hijos incide de manera importante en la prevalencia de la violencia. De las mujeres solteras de 15 a 24 años que mantienen una relación de pareja, siete por ciento tiene al menos un/a hijo/a nacido/a vivo/a.
La prevalencia de violencia (cualquier tipo) casi se duplica entre las mujeres con hijos/as en comparación con las mujeres que no tienen hijos/as (43.7 contra 22.9 por ciento, respectivamente).
La violencia económica tiene una incidencia seis veces mayor en las mujeres con hijos/as que en las mujeres sin hijos/as (3.1 contra 0.5 por ciento); la violencia física tiene una incidencia cinco veces mayor entre las mujeres que tienen hijos/as (18.4%) ante las que no tienen (3.6%); la violencia sexual tiene una incidencia de más del doble entre las mujeres con hijos/as (6.9%) ante las mujeres que no tienen hijos/as (2.8%); la violencia emocional casi se duplica en las mujeres con hijos/as (42.5 contra 21.7% entre las mujeres que no tienen hijos/as).
En 2007, el Instituto Mexicano de la Juventud realizó la Encuesta Nacional sobre Violencia en el Noviazgo, dirigida a jóvenes de entre 15 y 24 años de edad que en el momento de la entrevista mantenían una relación de noviazgo sin convivir con su pareja o que la habían tenido en los últimos 12 meses.
De esta encuesta se desprenden los siguientes datos: 6.8 por ciento de las y los jóvenes reporta haber sufrido violencia física por parte de su pareja actual o de los últimos 12 meses previos a la entrevista, 2.9 por ciento de las mujeres y 10.3 por ciento de los hombres; 39.4 por ciento sufrió violencia emocional: 35.8 por ciento de las mujeres y 42.7 por ciento de los hombres; 8.2 por ciento sufrió violencia sexual: 38.4 por ciento de las mujeres y 46.1 por ciento de los hombres.
Desde una perspectiva convencional de género podría sorprender la mayor prevalencia de violencia reportada por los hombres.
Sin embargo, existe evidencia de que los patrones de violencia en el noviazgo son diferentes de los que se han reportado en parejas unidas o casadas, aunque no debe descartarse que haya habido problemas de diseño en el cuestionario.
Roberto Castro e Irene Casique, especialistas en el tema, señalan que es posible que entre los jóvenes haya patrones de violencia en los que las mujeres participen activamente y que la violencia que reportan los hombres sea de naturaleza diferente en términos de intencionalidad, severidad y consecuencias, que las que reportan las mujeres.
La decisión de no recurrir a nadie o recurrir a determinadas personas cuando sufren violencia es diferente para cada sexo y por tipo de violencia: 31 por ciento de las jóvenes que reportan violencia física no recurren a nadie; en esta situación se encuentran 49 por ciento de los hombres; hombres y mujeres recurren en primer lugar a las amistades cuando sufren violencia: 35 por ciento de ellas y 32.4 por ciento de ellos; 20.8 por ciento de las mujeres y sólo 8.2 por ciento de los hombres recurre a su madre; a otros familiares recurre 10.4 por ciento de las mujeres y 5.9 por ciento de los hombres; al padre recurre 2.1 por ciento de las mujeres y 4.2 por ciento de los hombres que reportan violencia física.
De quienes sufren violencia emocional: 24.6 por ciento de las mujeres y 43.6 por ciento de los hombres no recurren a nadie; a las amistades recurren 40 por ciento de las mujeres y 37 por ciento de los hombres; la madre es la tercera opción: 22.8 por ciento de las jóvenes y 9.3 por ciento de los jóvenes recurren a ellas; a otros familiares recurren diez por ciento de las mujeres y seis por ciento de los hombres; y al padre el dos por ciento de ellas y 3.5 por ciento de ellos.
Sobre violencia sexual, la Encuesta solamente preguntó a las mujeres. De quienes sufrieron este tipo de violencia: 28.9 por ciento no recurrió a nadie; 47.5 por ciento acudió a sus amigas(os); 11.1 por ciento recurrió a su mamá; 10.8 por ciento a otros familiares; solamente 0.3 por ciento acudió a su padre.
Las razones por las que las y los jóvenes no recurren a nadie en caso de sufrir violencia indican que ambos tienden a minimizar los episodios de agresiones de que son sujetos: 62.2 por ciento de las mujeres y 51.8 por ciento de los hombres que sufrieron violencia física y no recurrieron a nadie no lo hicieron porque consideran que “no tiene importancia”; 9.5 por ciento de ellas y 16.8 por ciento de ellos consideran que “es normal en una relación de noviazgo” y por ello no recurrieron a nadie.
La discriminación y la violencia contra las mujeres es una de las formas más dramáticas de la desigualdad, que traspasa las fronteras de los países y afecta a miles de mujeres en el mundo. De acuerdo con lo establecido por la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, ésta es “cualquier acción u omisión, basada en su género, que les cause daño o sufrimiento psicológico, físico, patrimonial, económico, sexual o la muerte tanto en el ámbito privado, como en el público”.
Se manifiesta en cualquiera de las etapas del ciclo de vida y en diversos ámbitos de su desarrollo: la violencia puede experimentarse en uno o varios episodios, y sus efectos son inmediatos, acumulativos, y en algunos casos conllevan al peligro de muerte.