La crisis económica por la que atravesamos, expone, nos obliga a todos a tomar decisiones en este momento para adelgazar estructuras, fusionarlas o incluso prescindir de aquéllas que no sean estrictamente necesarias para buscar los máximos ahorros posibles, sin perder la eficacia de las instituciones.
Por tanto, la fusión de Nafinsa, Bancomext y del Fideicomiso de Fomento Minero claramente cumple con dichos objetivos, pues mejorará el servicio al sector empresarial mediante una sola ventanilla de atención para sus múltiples necesidades y simultáneamente permitirá ahorrar cerca de mil 200 millones de pesos al año, que en valor presente significan alrededor de 10 mil millones de pesos en ahorros.
Este planteamiento será hecho hoy por la tarde por el director general de los bancos de desarrollo, al participar en el Foro sobre “Una Banca de Desarrollo para el Crecimiento Económico y la Generación de Empleo”, organizado en el Senado de la República, por los legisladores Yeidckol Polevnsky, Dante Delgado y José Isabel Trejo.
Rangel Domene expone que la fusión iría en el camino correcto de la consolidación y fortalecimiento de una parte de la banca de desarrollo, la diseñada para servir al sector empresarial, incorporando en una sola institución fusionante, Nacional Financiera, las especialidades de tres entidades.
En el caso particular del Bancomext, la fusión permitirá contar además con un capital adicional de aproximadamente dos mil millones de pesos, que se traducirían en una capacidad crediticia mayor en entre 20 mil y 25 mil millones de pesos, que sumados a los ahorros en la operación conjunta ya mencionados, se traduciría en otros 10-12 mil millones de pesos de capacidad de crédito disponible anualmente.
Tan sólo con estos ahorros se podrían acreditar por ejemplo 25 mil pequeñas y medianas empresas al año.
De aprobarse la fusión por parte del Congreso, se respetarán escrupulosamente los derechos laborales de todos los trabajadores, diseñando paquetes atractivos de salida o de jubilación.
Rangel Domene hace un análisis de la evolución de los sistemas de banca de desarrollo en el mundo, en el que destaca que no se trata de desmantelar instituciones o perder capacidades o especialización, sino de consolidar, adecuar y fortalecer nuestra banca de desarrollo, como lo han hecho en los años recientes Brasil, España, Colombia, Chile o Alemania.
Las diversas experiencias internacionales exitosas y ampliamente conocidas, apuntan a la conveniencia de iniciar a la brevedad posible un proceso de consolidación de las múltiples instituciones y fideicomisos que existen en nuestro país y que realizan funciones de intermediación financiera o de otorgamiento de crédito.
El sistema actual, concluye, no es el más eficaz, ni eficiente para atender las urgentes necesidades de crédito de nuestra economía.