No obstante, resaltó, existe un subregistro porque muchas veces la violencia es psicológica y algunas de sus formas son tan tenues que no son identificadas por las víctimas, y si lo hacen no se atreven a ventilarlo.
“Lo más evidente serían los gritos, golpes, humillaciones y descalificaciones, pero hay otro tipo más sutil, códigos de comunicación que pueden incluir lenguaje no verbal como miradas, gestos, ademanes, tensión muscular y tono de voz; es decir, no sólo es lo que se dice, sino cómo y en dónde. No deja marcas en el cuerpo y una de las razones por la que no se detecta es porque se considera normal”, destacó.
La violencia es una forma de ejercer poder sobre el otro y obtener sumisión; esto se refuerza porque las víctimas tienden a naturalizar actitudes como la indiferencia, desprecio, humillación y agravios, que en ocasiones generan enojo, pero la mayoría de las veces no se encuentran en un registro consciente como formas de agresión, precisó la coordinadora del Centro de Servicios Psicológicos “Dr. Guillermo Dávila” de la FP.
Violencia psicológica
La violencia psicológica se define como cualquier acto u omisión que dañe la estabilidad psicológica, y puede consistir en negligencia, abandono, manipulación, descuido reiterado, celotipia, humillación, insultos, marginación, indiferencia, comparaciones destructivas y amenazas, especificó.
Además, abundó, recorre un amplio rango de actitudes como el abuso verbal, poner apodos, amenazas, degradar, demeritar los logros, culpabilizar, hacer falsas promesas, aislar a la pareja de sus amigos o familiares, ignorarla, no darle afecto, negarse a satisfacer sus necesidades emocionales, monitorear sus conversaciones, controlar su tiempo y criticar a sus amigos.
Aunque en las encuestas muchas mujeres ya aceptan que sufren maltrato, sólo hablan del que es evidente, porque aún no pueden detectar el psicológico, que está presente en todos los tipos de violencia (física, sexual y económica, entre otras).
Es importante identificarla porque aunque es más sutil “disminuye la autoestima poco a poco, hasta que la víctima se siente devaluada, incapaz de tomar decisiones, aislada, y eso hace más difícil que salga de esta situación”, enfatizó.
Tiene consecuencias en la salud mental y física de las personas, porque el cuerpo responde a un estado de estrés continuo con afecciones como gastritis, apetito desmedido o falta de éste, alteraciones del sueño, problemas ginecológicos, cefaleas e infecciones recurrentes por bajas defensas.
En lo referente a la salud mental, sufren de baja autoestima, se culpan de la situación y sienten vergüenza, confusión, dependencia emocional, estados de ansiedad y depresión en varios rangos, que incluso pueden llevarlas al suicidio, alertó.
La universitaria recomendó que si se asiste al médico o al psicólogo para tratar los síntomas derivados de este problema, se haga con alguien que pueda verlo desde una perspectiva de género, porque de otro modo sólo se limitará a tratar la sintomatología sin llegar a las causas.
Ayuda a víctimas
Díaz Marroquín mencionó que una de las características de la violencia psicológica es el aislamiento en el que vive la persona: se le priva de ver a sus familiares y se cortan los lazos de amistad, “razón por la cual se queda sin redes de apoyo, y el hecho de reconocer su situación e ir a pedir ayuda es un gran paso”.
La violencia psicológica se puede tratar en terapia de grupo como una forma de consolidar las redes de apoyo, pues al ver otros casos la víctima se percatará de su situación y hará lo necesario para superarla, como crear una estrategia a mediano plazo para aprender un oficio, buscar trabajo y obtener recursos económicos que les permitan ser autosuficientes.
De igual manera, pueden empezar a abrir su círculo social, fortalecer su autoestima y tomar la decisión de retomar el control de su vida, concluyó.