El arzobispo de la capital mexicana aseguró que el Estado está obligado a proteger a los más pequeños, incluidos los infantes que necesitan de una familia heterosexual para una adecuada formación de su personalidad.
"Es fundamental que la sociedad y por lo tanto su gobierno defiendan a los más débiles, en este caso son los niños; sus derechos no se pueden violar sólo por cuestiones políticas, y menos partidistas", indicó.
"Los gobernantes –agregó- son los primeros que deben sentir la obligación de respetar la necesidad de los infantes a tener madre y padre, porque el niño no es un objeto o una mercancía que se puede adquirir: es una persona con derechos al igual que los adultos".
El 21 de diciembre pasado, la Asamblea Legislativa de la ciudad de México aprobó una reforma legal para permitir los matrimonios entre personas del mismo sexo, incluyendo la autorización jurídica para que estas parejas adopten menores.
Esa decisión desató un fuerte debate en la capital y en el resto de la República Mexicana, uno de los países con mayor presencia de fieles católicos en el mundo y donde la Iglesia expresó su oposición a las modificaciones legales.
Al respecto, Rivera Carrera estableció que "tanto las ciencias modernas como la tradición más antigua hablan de que el hombre y la mujer solamente se pueden desarrollar armónicamente con la diversidad y la complementariedad, y eso se da sólo en el matrimonio heterosexual".
Calificó de "evidente" que la legislación en favor de los homosexuales responde a "un proyecto" impulsado "sin respeto alguno ni de la cultura, ni de la nacionalidad", sino basado únicamente en el principio de la globalización.
Además, negó que la oposición de la Iglesia a las adopciones por parejas homosexuales se deba a la discriminación, y aclaró que se trata de respetar el derecho de los niños a desarrollarse humanamente en el amor, en la comprensión y no sólo en cuestiones biológicas.
"Un deber de la Iglesia es velar por los derechos humanos; no es una opinión particular, no es una tarea de un individuo: es una tarea de la Iglesia en el anuncio del Evangelio", indicó.
"No puede haber un anuncio completo del Evangelio si no se anuncian los derechos humanos en su integridad y no los derechos inventados por situaciones políticas", estableció.