Esa calle sigue acordonada pues sirve de paso entre los edificios colapsados de Ámsterdam y Álvaro Obregón.
El martes 19, después del sismo, el edificio de cuatro pisos y 16 departamentos en el que viviía Mónica, no parecía tener daños, aunque en la esquina, sobre la calle de Ámsterdam el edificio con el número 25 colapsó y cuadras más adelante, en el otro sentido, cayó el edificio de Álvaro Obregón.
De hecho, la empresaria contó que aunque no había luz, pasó la noche del martes en el departamento, luego de colaborar con los vecinos voluntarios. Para la mañana del miércoles personal que se acreditó como Protección Civil calificó su inmueble como habitable.
Sin embargo, en la noche, al regresar a su casa encontró la calle acordonada y voluntarios sin acreditación alguna le impidieron el paso, por lo que tuvo que meterse a la fuerza para sacar su cartera, su perro, una maleta y cambiarse la ropa mojada pues había llovido. Desde entonces no duerme en su cama.
Al día siguiente, ingenieros particulares revisaron el edifico de Cacahuamilpa, en la habitación de Mónica había ya una grieta con una fisura en la que cabía un dedo.
La explicación que le dieron fue que el edifico a espaldas del inmueble se estaba cayendo y jalando el edifico donde vive, por lo que era riesgo real.
Lo que me urge es sacar mi ropa, zapatos, muebles, refrigerador, lavadora, secadora, para cambiarme de departamento cuando inicie el mes de octubre, comentó.
A pesar del sismo y de los daños en la zona, a la empresaria le gusta vivir en la Roma-Condesa, aunque reconoció que antes de la emergencia no conocía a sus vecinos y esta experiencia le ha cambiado la perspectiva.
“No puedo tener mejores vecinos, me refiero a todos en la Roma-Condesa, que durante el sismo salieron a ayudar a los demás”, expresó, aunque lamentó que persista la descoordinación entre los distintos niveles de gobierno.