La lista continúa hasta diez normas. Diez "mandamientos" de convivencia ciudadana con los que, a partir de este martes, las autoridades de ciudad de México tratarán de cambiar los "malos hábitos" de los capitalinos.
¿El objetivo? Mejorar la convivencia ciudadana.
Las diez malas conductas fueron seleccionadas a través de una encuesta de opinión realizada entre los residentes del DF en 2008. Si bien pueden parecer de sentido común en otras partes del mundo, aquí exigen un cambio cultural.
"Mucha gente sabe que desperdiciar agua no está bien. Pero si no tomamos nosotros la iniciativa esto se queda suelto a la conciencia de cada quién. Nosotros queremos que sea una cuestión colectiva que vaya generando un cambio", le dijo a BBC Mundo Leticia Bonifaz Alfonso, consejera jurídica del gobierno del Distrito Federal.
"El cambio de conductas no es sólo a través de sanciones, como hasta ahorita se ha planteado, si no que es una cuestión cultural y todos los capitalinos tenemos que poner de nuestra parte para modificar la conducta colectiva", añadió.
La campaña está dirigida a los residentes de la ciudad de México. Pero los organizadores creen que potencialmente el mensaje podría llegar además a unos 12 millones de habitantes de las zonas adyacentes a la capital, que con frecuencia usan los hospitales, el transporte y los espacios públicos del DF.
Ellos podrían "contagiarse con nuestra campaña", dijo Bonifaz Alonso.
"Los niños tienen más conciencia ambiental"
Cada mes los organizadores enfatizarán un cambio de conducta.
Ante la proximidad de la temporada de lluvias, el consumo de agua y la basura serán los primeros hábitos bajo escrutinio.
"Hasta ahora no se hizo el importantísimo trabajo de cambiar la cultura de tirar la basura. Si se deja en las noches en un lugar público, tarde o temprano vienen los perros, deshacen las bolsas y eso genera mucha basura en la vía pública", dijo la consejera.
En algunos casos son costumbres aparentemente inofensivas pero que, al repetirse millones de veces, causan daños mayores.
Por ejemplo, tirar chicle en la calle, dicen los organizadores, además de dar mal aspecto es un problema de salud, porque la goma de mascar puede guardar bacterias durante 15 días.
Los organizadores puntualizan que las actitudes hacia un problema particular varían según las generaciones, y por eso las actividades de la campaña y los mensajes serán diferentes para los niños, los adolescentes, los adultos y los adultos mayores.
"Por ejemplo en el tema del ahorro del agua hay sensibilidad en los niños y en los mayores. Es la generación del medio la que perdió mucha de la sensibilidad, porque vivimos más en una cultura de lo desechable", dijo Bonifaz Alonso.
El gobierno planea hacer una campaña masiva, con presencia en los medios de transporte y en las distintas áreas de gobierno, pero no centrará la difusión de su mensaje en los medios de comunicación para abaratar costos.
La teoría de los cristales rotos
Esta iniciativa de ciudad de México está inspirada en una experiencia llevada a cabo en Colombia, encabezada por el entonces alcalde de Bogotá, Antanas Mockus.
Ambas experiencias tienen que ver con la 'teoría de las ventanas rotas', que argumenta que el delito es mayor en las zonas donde el descuido, la suciedad y el maltrato son mayores.
Esta teoría fue aplicada a mediados de la década de los 80 en el metro de Nueva York para reducir el crimen.
Los resultados fueron exitosos y posteriormente, a mediados de los 90, el entonces alcalde de Nueva York, Rudolph Giuliani, también la impulsó como parte de una política de 'tolerancia cero'.
Desde esta perspectiva, el mismo Giuliani trabajó con las autoridades del DF en 2002 para mejorar la seguridad en la capital mexicana.
"Nosotros sabemos que si hacemos trabajos de regeneración del espacio público, y los lugares están más iluminados, más limpios, más cuidados, más apropiados por los vecinos, menos posibilidades hay de que sea un espacio para basura, por ejemplo", confirmó Bonifaz Alonso en conversación con BBC Mundo.
Y… ¿funcionará?
Pero ¿cómo evaluar el éxito de la campaña? La eficacia en el caso de algunos hábitos, como el desperdicio de agua, se puede constatar porque hay un registro claro del consumo.
Sin embargo, medir los progresos en otras conductas, como la falta de respeto a las mujeres o a los espacios reservados para gente con discapacidades, puede ser todo un desafío.
"Yo creo que cuando hay cultura ciudadana sí se puede medir, porque la gente denuncia o porque ya ves el cambio en el espacio público", dijo Bonifaz Alonso.
La campaña irá a una velocidad aproximada de mes por hábito. Dicen que habrá evaluaciones parciales de los resultados y una final a su término.
Pero ya se sabe que cambiar algunos patrones culturales puede tomar varias generaciones.