Esta suerte de conservación se debe al material en el que se encontraba, la pirita de hierro (también conocida como el 'oro de los tontos'), fue “rellenando” u ocupando las diferentes partes del cuerpo del animal muerto y atrapado en un sedimento hasta el punto de dar la sensación de que está embalsamado en oro.
El fósil se ha hallado en un yacimiento del citado estado de Norteamérica conocido como el ‘Lecho de trilobites de Beecher’, en el que hay una gran representación de organismos fósiles en perfecto estado debido a que la pirita de hierro mantuvo la forma de sus cuerpos tras quedar enterrados en el sedimento, dando lugar a espectaculares fósiles dorados en tres dimensiones.
El descubrimiento aparece descrito este martes en la revista Current Biology, donde se bautiza a la nueva especie como ‘Lomankus edgecombei’, en honor a Greg Edgecombe, un paleontólogo del Museo de Historia Natural de Londres considerado uno de los mayores expertos mundiales en artrópodos.
"Además de su hermoso y llamativo color dorado, estos fósiles están espectacularmente conservados, parece como si al lavar la roca en la que están fueran cobrar vida y salir huyendo”, señala uno de los autores, Luke Parry, investigador de la Universidad británica de Oxford.
El nuevo fósil pertenece a un grupo de artrópodos denominado ‘megacheiranos’, que se caracterizan por tener una gran pata o apéndice en la parte delantera del cuerpo para capturar a sus presas.
Los investigadores subrayan que los ‘megacheiranos’ como Lomankus fueron muy diversos durante el Cámbrico (hace entre 538 y 485 millones de años), pero se fueron extinguiendo en el periodo Ordovícico (hace entre 485 y 443 millones de años).
El fósil ofrece pistas valiosas para comprender mejor cómo desarrollaron los artrópodos esos apéndices delanteros con el fin de controlar su entorno y capturar a las presas, hasta convertirse en lo que hoy conocemos como las antenas de los insectos y crustáceos, y las pinzas y colmillos de arañas y escorpiones.
"Hoy en día, hay más especies de artrópodos que de cualquier otro grupo de animales en la Tierra, y parte de la clave de ese éxito evolutivo es su cabeza altamente adaptable y sus apéndices”, añade Parry.
Mientras que otros megacheirans utilizaban su gran primer apéndice para capturar presas, en Lomankus las garras típicas son mucho más reducidas, con tres largos y flexibles flagelos en forma de látigo en su extremo.
Esto sugiere que el animal usaba su apéndice frontal para percibir el entorno, más que para capturar a sus presas, por lo que su estilo de vida habría sido muy diferente del de sus parientes más antiguos del período Cámbrico.
De hecho el fósil parece carecer de ojos, por lo que ese apéndice frontal habría sido fundamental para buscar comida en el entorno oscuro y con poco oxígeno en el que vivía.
La pirita es un mineral muy denso, por lo que los fósiles conservados en este material pueden escanearse para obtener detalles ocultos de su anatomía.
La técnica por la que se obtienen esos datos se conoce como tomografía computarizada y consiste en girar el espécimen mientras se toman miles de imágenes de rayos X que permiten reconstruir el fósil en tres dimensiones.