Suspenso en Atenas: la izquierda a las puertas del gobierno en Grecia

Los griegos están llamados el próximo domingo a decidir en las urnas quién seguirá gobernando, tras casi cinco años de difícil crisis económica: ¿tendrá el actual jefe de gobierno, el conservador Antonis Samaras, la oportunidad de llevar su política a término o tomará el relevo el presidente de la coalición de izquierda Syriza, Alexis Tsipras?

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Las encuestas dan a Syriza una ventaja de unos tres puntos sobre Nea Dimokratia (ND) de Samaras y la victoria de la izquierda se da por segura. Pero la pregunta que se hacen muchos observadores es si Tsipras tendrá mayoría absoluta para gobernar o si se verá abocado a buscar un socio de coalición y, por consiguiente, a moderar su política.

Incluso los periódicos conservadores griegos preparan desde hace días a sus electores para el cambio: en los diarios se habla de una "oportunidad histórica para la izquierda", mientras los comentaristas lanzan la pregunta de si la izquierda sabrá usarla adecuadamente o hará caer al país en una crisis aún más profunda.

Tsipras acusa a Samaras de "traición" política por querer implantar el "dictado de ahorro" de Bruselas y de Berlín sin consideraciones y llevar así al puedo a su empobrecimiento. Samaras contraataca alegando que Tsipras y su partido son "hooligans" políticos con una agenda secreta que pretenden acabar con la clase media.

Tsipras promete a los griegos que aliviará su situación con una subida de jubilaciones y el freno de las privatizaciones, así como la recuperación de sus empleos a funcionarios del Estado. Para ello quiere gastar casi 12.000 millones de euros.

Sin embargo, su principal objetivo es lograr una quita de deuda, que según pretende, debe recibir el visto bueno de una conferencia internacional. Además, quiere forzar una alianza entre los países del sur de Europa para preparar el fin de la política de ahorro de la Unión.

Por el contrario, Samaras cree que Grecia no se puede permitir choques frontales con la UE: Atenas no puede tomar dinero prestado y después decir a los acreedores: "No pago". Así no se actúa en Europa, repite el jefe de gobierno conservador.

Samaras sabe también que la paciencia de los griegos ya lleva tiempo desbordada: la mitad de los jóvenes no tiene trabajo y el desempleo general supera el 25 por ciento. Además muchas familias viven sólo de la jubilación de los abuelos. Samaras promete que no apretará aún más el cinturón. "No habrá nuevos recortes de salarios y jubilaciones", asegura. En los próximos años se crearán más de 700.000 nuevos puestos de trabajo, asegura.

El ambiente en las regiones más pobres del oeste de la capital Atenas es explosivo: las amenazas de una "Grexit", una salida de Grecia de la eurozona, ya no dan miedo. "Ya experimentamos el empobrecimiento desde hace mucho tiempo", señala Mitsos Sarantis, un vendedor de zapatos desde hace dos años de Peristeri, un barrio densamente poblado de la periferia de Atenas. Su hijo ya ha emigrado a Qatar.

Al mismo tiempo, varios partidos del país luchan por el tercer puesto y con ello la posibilidad de gobernar junto con el ganador: encabeza la lista de posibles el To Potami (El Río), un partido proeuropeo situado en el centro político.

Los en otro tiempo poderosos socialistas tendrán que luchar por el contrario por no quedarse fuera del Parlamento si no superan la barrera del tres por ciento de los votos, la mínima necesaria.

Las encuestas sitúan a los comunistas con representación parlamentaria y también al partido racista y xenófobo Amanecer Dorado. Sin embargo, el resto de agrupaciones no quiere tener relación alguna con este último. (DPA)