"Hubo al menos 160 muertos. Esta cifra podría aumentar porque hay supervivientes que aún no tienen noticias de sus familiares o conocidos", dijo a Efe un oficial del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas bajo petición de anonimato.
La última cifra oficial indicaba que fueron 132 los fallecidos en el ataque de hombres armados en la noche del 4 al 5 de junio en la localidad de Solhan, en la región norteña del Sahel, donde los supervivientes han cavado tres fosas comunes para enterrar a las víctimas.
El ataque no ha sido aún reivindicado, pero Burkina Faso sufre ataques yihadistas desde abril de 2015, cuando miembros de un grupo afiliado a Al Qaeda secuestraron a un guardia de seguridad rumano en una mina de manganeso en Tambao, en el norte del país, que aún sigue desaparecido.
El atentado de Solhan, el peor que ha registrado Burkina Faso, tiene lugar después de que a mediados de mayo el ministro de Defensa, Shérif Sy, realizara una gira por la región y declarara que la paz había vuelto a Sebba, comuna a la que pertenece la localidad atacada.
El ataque comenzó a las dos de la madrugada contra una posición de Voluntarios por la Defensa de la Patria (VDP) -civiles que participan en la lucha contra los grupos yihadistas en colaboración con las Fuerzas Armadas- y los refuerzos del Ejército no llegaron hasta las siete de la mañana.
La Unión Nacional de Policía (UNAPOL) burkinesa lamentó en un comunicado que las unidades no estén dotadas de "medios adecuados" y consideró que se necesita un cambio "en las estrategias y reorganización de los recursos" para atajar esa violencia.
Tanto la Unión Europea como Naciones Unidas manifestaron su malestar y condena ante el ataque.
La región más afectada por la inseguridad en Burkina Faso es la del Sahel, situada en el norte y que comparte frontera con Mali y Níger, aunque también se ha expandido a provincias limítrofes, como la región Centro-Norte, y al este del país desde el verano de 2018.
Los actos terroristas se atribuyen al grupo local burkinés Ansarul Islam, a la coalición yihadista del Sahel Grupo de Apoyo al Islam y los Musulmanes (GSIM) y al Estado Islámico en el Gran Sáhara (EIGS), que atacan también en los países vecinos con los que Burkina Faso comparte frontera, Mali y Níger.
En el país ya hay más de un millón de personas fuera de sus hogares -más de uno de cada 20 habitantes- en la que es considerada la crisis de desplazados con un crecimiento más rápido del mundo.