Putin vuelve a Occidente por primera vez desde crisis ucraniana

Desde el estallido de la crisis ucraniana y especialmente desde la controvertida anexión de la península de Crimea por parte de Rusia, Occidente quiso castigar al presidente Vladimir Putin, pero pese a los intentos de aislarlo internacionalmente, el jefe del Kremlin vuelve al escenario internacional por la puerta de atrás.

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El presidente ruso, Vladimir Putin.

Mañana viernes, Putin participará oficialmente en los festejos por el 70 aniversario del desembarco de los aliados en Normandía, una ocasión que Occidente y Rusia intentarán aprovechar para reanudar los encuentros y el diálogo directo tras el estallido de la mayor crisis bilateral desde la Guerra Fría. Y quizá también para hablar sobre una salida al conflicto de Ucrania.

Para esta noche está previsto un cara a cara con el presidente francés, François Hollande, así como con el primer ministro británico, David Cameron, un día antes de lo que estaba previsto con este último.

Además, Putin se reunirá con la canciller alemana, Angela Merkel, en la mañana del viernes en Beauville, a unos cien kilómetros de Normandía, poco antes de la ceremonia en recuerdo del Día D. Los mandatarios hablarán sobre la situación en Ucrania, según la agenda de noticias rusa Itar-Tass.

Por primera vez desde la cumbre del G20 en San Petersburgo del pasado septiembre, Putin volverá a ver a su homólogo estadounidense, Barack Obama, aunque no está previsto un encuentro directo, como con los otros tres mandatarios europeos. Sin embargo, durante la ceremonia Obama y Putin podrían recordar que sus países lucharon una vez juntos por la victoria contra el fascismo hitleriano, como afirma, esperanzado, el diario "Novaya Gazeta", crítico con el Kremlin.

Sin embargo, no se espera una reconciliación trasatlántica, especialmente después de que Obama, en su gira por Europa, no haya dejado pasar una sola ocasión para hacer frente al "agresor ruso". Y el hecho de que el mandatario estadounidense apueste por una presencia más fuerte de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en el este de Europa supone una afrenta para Rusia.

Los analistas en Moscú ya advierten del peligro de una nueva carrera armamentística. Con su controvertida política ucraniana, Rusia no aspira a un poder neoimperial o a ganar popularidad para Putin, opina el politólogo Dmitri Trenin, del think tank Carnegie Center. "Básicamente el Kremlin reacciona al peligro de una Ucrania postrevolucionaria que entre en la OTAN", señala.

A Putin le habría gustado ser en realidad anfitrión estos días. Originalmente iba a dirigir en Sochi, junto al Mar Negro, el encuentro de los ocho países más industrializados y Rusia (G8). Y Putin quería hacerlo sobre todo después de que Merkel y Obama evitaran simbólicamente acudir a los Juegos Olímpicos de Invierno en el mismo lugar el pasado febrero.

Pero el G8 previsto se anuló como castigo por la anexión rusa de Crimea, criticada como una violación del derecho internacional, sustituyéndose por un G7 del que Rusia quedó excluida y que concluye hoy en  Bruselas.

En Normandía, al margen de la celebración del desembarco histórico, Merkel y Putin hablarán sobre una distensión de la crisis- tras muchas llamadas telefónicas en las últimas semanas-, dijo el asesor del Kremlin Yuri Ushakov. "Tengo con Merkel una relación muy buena tanto personal como profesional", dijo Putin recientemente respondiendo a una pregunta de dpa. "Siempre hemos conseguido encontrar puntos comunes de acuerdo incluso en cuestiones de disputa".

Con Hollande, el presidente ruso podría hablar sobre todo de la venta de buques de guerra franceses de la clase "Mistral" a Moscú, controvertida en círculos de la OTAN.

Quizá también para sondear los ánimos, Putin se reunió en su residencia de Sochi poco antes de viajar a Occidente con el predecesor de Hollande, Nicolas Sarkozy, cuya mujer, Carla Bruni, dio un concierto en Moscú.

El negocio supone miles de millones para Francia y armamento moderno para Rusia. Un acuerdo de 2011 preveía que los astilleros estatales franceses DCNS construyeran junto al grupo STX France dos portahelicópteros y portatanques de la clase "Mistral" para el Ejército Ruso. Uno de ellos está listo para entregar en octubre, según lo previsto. Hollande ya ha destacado que el acuerdo no está en peligro.

Sin embargo, no deja de ser controvertido. El gobierno estadounidense mostró a París su preocupación por el acuerdo. La oposición francesa critica que de cumplir el acuerdo, Francia perderá la credibilidad. Incluso se ha hablado de propuestas de Occidente para comprar esos barcos para que Moscú no pueda beneficiarse de ellos. Pero Rusia ya ha advertido que de anularse el negocio, aplicaría cláusulas penales por incumplimiento de contrato. (DPA)