Poco antes de las 16:00 horas local (14:00 GMT) el Papa llegó hasta la plaza para honrar a la imagen, como es tradición cada 8 de diciembre, fiesta católica de la Inmaculada Concepción.
El líder católico llegó a bordo de un vehículo cerrado y realizó un breve acto de veneración, tras el cual depositó una ofrenda floral en el lugar, que se sumó a otras coronas dejadas por fieles católicos y vecinos.
“En este día de fiesta por tu Inmaculada Concepción, vengo a presentarte el homenaje de fe y de amor del pueblo santo de Dios que vive en esta ciudad y diócesis”, dijo Jorge Mario Bergoglio al recitar una oración.
“Vengo a nombre de las familias, con sus alegrías y fatigas; de los niños y de los jóvenes, abiertos a la vida; de los ancianos, cargados de años y de experiencia; en modo particular vengo a ti de parte de los enfermos, de los encarcelados, de quien siente más duro el camino”, agregó.
Proclamó la victoria de la misericordia sobre el pecado y sobre todas sus consecuencias, encendiendo en todos la esperanza de una vida mejor, libre de esclavitudes, rencores y miedos.
“Tu dices a todos: vengan, acérquense confiados, entren y reciban el don de la misericordia; no tengan miedo, no tengan vergüenza: el padre los espera con los brazos abiertos para darles su perdón y acogerlos en su casa. Vengan todos a la fuente de la paz y de la alegría”, abundó.
“Te agradecemos, madre inmaculada, porque en este camino de reconciliación tu no nos haces andar solos sino que nos acompañas, nos estas cercana y nos sostienes en cada dificultad”, estableció.
Tras su oración el líder católico ocupó un buen espacio de tiempo, más de media hora, para saludar uno por uno a decenas de enfermos o ancianos que se encontraban a un lado de la celebración.
Al concluir se dirigió hasta la Basílica de Santa María la Mayor de Roma, para adorar a la imagen de la Virgen situada en ese templo.