Chiu comenzó a pintar en diciembre un tramo del muro en la zona de Playas de Tijuana, 'donde las láminas oxidadas y enmohecidas afeaban el paisaje'.
Pero de pronto se convirtió en una obra colectiva. Ciudadanos y artistas llegaron provenientes de Japón, Alemania, Nueva Zelanda o España para sumarse al Muro de la Fraternidad.
'Artistas plásticos que vienen desde distintos puntos de México o del mundo trabajan colectivamente con inmigrantes, con parroquianos y gente que a veces sólo puede pintar con los pies', dijo el muralista al diario La Jornada.
Ese muro es símbolo de rechazo, de exclusión. Nosotros los mexicanos, los hispanos, los latinos somos los que nos topamos con esa pared. Con ese muro de incomprensión, aseguró Chiu,