"No me voy a reunir con la jueza Barrett. ¿Por qué me reuniría con un candidato de un proceso tan ilegítimo y que está decidido a deshacerse de la ley de Asistencia Sanitaria Asequible?", más conocida como Obamacare, indicó Schumer en su cuenta de Twitter.
El sábado pasado, Trump confirmó la designación de Barrett para el Tribunal Supremo e instó a la mayoría republicana del Senado a confirmarla en el puesto cuanto antes.
Los demócratas quieren aplazar el proceso hasta después de las elecciones del 3 noviembre, en las que el actual gobernante disputará su reelección con el candidato demócrata, el exvicepresidente Joe Biden.
Barrett, católica y de 48 años, es la antítesis de Ginsburg sobre todo en lo que se refiere al aborto: la fallecida jueza protegió ese derecho a toda costa, mientras que la nueva magistrada se ha posicionado en varias ocasiones a favor de restringir el acceso a ese procedimiento.
Sin embargo, Barrett no ha llegado a decir si se pronunciaría a favor de anular el fallo judicial de 1973 con el que el Tribunal Supremo legalizó en la práctica el aborto en EE.UU.
En declaraciones al público en la Casa Blanca, Barrett prometió que tendrá presente el legado de Ginsburg, a la que alabó por haber roto los "techos de cristal" impuestos sobre las mujeres y de la que dijo que se ganó "la admiración de las mujeres de todo el país".
Desde su llegada a la Casa Blanca, en 2017, Trump ha conseguido colocar a otros dos jueces conservadores en el Tribunal Supremo: Neil Gorsuch y Brett Kavanaugh.
En EE.UU., el Tribunal Supremo está conformado por nueve jueces con puestos vitalicios y que tienen el poder de cambiar las leyes del país durante décadas. En concreto, juegan un papel crucial en temas como el aborto, los derechos de los migrantes, la privacidad, la pena de muerte y la tenencia de armas.
La muerte de Ginsburg dejó a la corte con tres jueces progresistas y cinco conservadores.