"El defecto causó que se partiese un tubo y que entrase carburante en el motor, donde se incendió por las altas temperaturas", explica el estudio.
Tras la explosión, partes del motor cayeron sobre la isla de Bantam sin causar víctimas.
El vuelo GF32 que se dirigía de Singapur a Sídney dio la vuelta y volvió a aterrizar en la ciudad-Estado sin que sufriesen daño alguno los 433 pasajeros y 23 miembros de la tripulación.
La Oficina Australiana de Seguridad en el Transporte tiene previsto entregar su informe definitivo en mayo.
La aerolínea Qantas dejó en tierra su flota de aviones el año pasado durante un tiempo para revisar los aparatos después de tener problemas como el señalado con varios motores fabricados por Rolls-Royce.