La corrupción es una epidemia que se instaló en Colombia: El Tiempo

El escándalo de los sobornos por parte de la multinacional brasileña, Odebrech, demuestra que la corrupción es una epidemia que se ha instalado en varios países, entre ellos Colombia, un delito que afecta a toda la sociedad, advirtió el diario El Tiempo.

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“El impresionante escándalo que tiene su origen en la cadena de sobornos de la firma constructora brasileña Odebrecht corre como un virus contagioso por varios países. La epidemia también se declaró en Colombia, como lo demostraron las primeras capturas ordenadas por la Fiscalía General de la Nación”, señaló en su editorial.

El escándalo de los sobornos de Odebrech, en el caso de Colombia ya dejó dos capturas, la del exministro de Transporte, Gabriel García en el gobierno de Alvaro Uribe Vélez (2002-2010) y del exsenador Otto Nicolas Bula.

Según las investigaciones Odebrech pagó en Colombia 11 millones de dólares a exfuncionarios y políticos para que le adjudicaran un tramo de la Ruta del Sol, una autopista que une el centro de este país con la costa atlántica.

García ya aceptó los cargos que le imputo la Fiscalía General por recibir 6.5 millones de dólares, mientras que el exsenador, también cercano al gobierno de Uribe Vélez, debe responder por 4.5 millones que entregó la multinacional brasileña.

La corrupción es “un delito contra todos, pues implica mayores costos y menor cobertura de los programas sociales, educativos o de infraestructura. Nada deslegitima tanto la democracia colombiana como la impresión de que el presupuesto nacional es una especie de vara de premios de la cual se aprovechan los más vivos”.

“No hay opción diferente a la de actuar con celeridad y firmeza. Aparte de que Odebrecht resarza el daño pecuniario, como ha prometido, es imperativo que colabore en el proceso penal e incluso que cuente si en el pasado entregó dinero en forma irregular en otras operaciones del orden regional o municipal”, planteó el editorial.

Dijo que resulta imperativo que “las investigaciones develen los entramados existentes, pues sería ingenuo pensar que los sindicatos hasta ahora actuaron solos”.

“Solamente con castigos ejemplares que vayan hasta donde sea necesario será posible recuperar la confianza en el sistema”, refirió.

“A nadie le debería interesar más esta cruzada que a los constructores honestos –que son la mayoría–, cuya reputación sufre por causa de unas pocas manzanas que deben irse a la basura –o, en este caso, a la cárcel–, que es donde pertenecen”, agregó.