La campaña anticorrupción "desengrasa" la festividad del Medio Otoño china

La fiesta del Medio Otoño china es este año menos dulce que nunca, después de que las ventas de los "pasteles de luna", un postre de gruesa textura que la tradición marca regalar en esta época, se hayan reducido como parte de una campaña anticorrupción del Gobierno.

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Imagen de el Festival del Medio Otoño ("zhongqiu jie") del año pasado.

Tras frenar la habitual copiosidad de los banquetes oficiales chinos, entre otra serie de medidas del mismo corte, el Ejecutivo de la potencia asiática decidió recientemente añadir a su "lista negra" la entrega de "yuebing", un dulce de textura similar al mazapán de extraños rellenos (huevo, loto) y empalagoso sabor.

Aunque no es su pesada digestión lo que les hace populares, sí se trata de un dulce emblemático en el actual festival chino ("zhongqiu jie", en mandarín), que empieza mañana, jueves, y dura hasta el lunes, al ser regalado tradicionalmente por las empresas a empleados, entre amigos o familiares.

Pero, en una nueva "muestra" de su lucha contra la corrupción, el Partido Comunista (PCCh) prohibió el uso de dinero público para comprar pasteles o sucedáneos y regalarlos a terceros, considerando que podría tratarse de un "soborno" a cambio de favores futuros.

"Hay que combatir los estilos de vida decadentes que contaminan nuestra cultura", aseguraba el propio viceprimer ministro, Wang Qishan, la semana pasada, y añadía que, en años recientes, "el aumento de regalos extravagantes como los 'yuebing" nos ha alejado de nuestras virtudes frugales".

Las directrices del Gobierno han provocado una estrepitosa caída de las ventas de los pastelitos, que aunque no estimada aún ya se prevé que sea alrededor de un 60 por ciento inferior al año pasado -cuando se registraron ventas por valor de 2.600 millones de dólares-, según datos de los propios comerciantes.

De este modo, la clásica escena de agasajar a amigos, parientes o compañeros con las lujosas y elaboradísimas cajas que portan estos pasteles no se reproduce con la misma frecuencia este año, lo que ha defraudado bastante a quienes esperaban ser "obsequiados" en una de las pocas y más importantes festividades oficiales chinas.

"La compañía dice que no da pasteles, pero a cambio da a cada uno 300 yuanes (alrededor de 40 euros)", se consolaba en Weibo -el Twitter chino-, un usuario, mientras otro decía:

"¿Ni siquiera podemos tener el pobre "mooncake" (como se le llama en inglés) este festival? La ortodoxia nos está haciendo mucho daño".

Pero no todo eran críticas en la red -cada vez más censurada por parte de las autoridades- hacia la medida oficial. "Es para crear un ambiente de festival de buena disciplina", decía otro internauta.

Ese es el mensaje que quiere transmitir un Gobierno que no ha cesado de imponer medidas contra el dispendio, de más o menos calado, desde que tomó el relevo del anterior en marzo de este año.

Junto a la casi desaparición del legendario "mooncake" en las reuniones actuales, otra prueba de la pretendida austeridad del régimen es la extraña calma que se vive en Maliandao, una de las calles principales de venta de té en Pekín.

Inusualmente en esta época, los comercios de la famosa vía no están llenos de compradores, de forma que los vendedores han comenzado a reducir el precio de las cajas de forma drástica, a veces hasta los 100 yuanes (16 dólares), en contraste con los 1.000 yuanes (163 dólares) que podían llegar a pedir el pasado año.

Al margen de las pérdidas económicas, hay otras difícilmente cuantificables, como son el gran valor que tiene el cultivo de las relaciones sociales y la entrega de obsequios en épocas festivas para reforzar los vínculos personales, muy importante a la hora de hacer negocios en China.

Así mismo, se teme que la reducción de las ventas de los "mooncakes" en los comercios destinados para ello dispare sus ventas en el mercado "negro", en lugares como oficinas de correos o almacenes.

"Algunas personas emiten sus órdenes a través de Internet y dejan la dirección de entrega de sus amigos, de forma que nadie sepa quién o para qué personas compra los paquetes", dice a la agencia oficial Xinhua el dueño de una tienda de té que pide guardar el anonimato.

Es esa dificultad para controlar las ventas de los "pasteles de luna" lo que, entre otras razones, lleva a muchos a tachar la medida de superficial, a la vez que evidencia cómo la corrupción ha degenerado la esencial "cultura del regalo" china. (EFE)