En el día en que se cumplen 17 años de la caída de Bagdad por la invasión estadounidense, Saleh anunció la designación de un hombre que ayer consiguió el apoyo de suníes, chiíes y kurdos, algo que no pudo lograr el anterior aspirante, Adnan al Zurfi, quien a primera hora del día renunció a la tarea.
Según el decreto presidencial emitido este jueves por Saleh, al que ha tenido acceso Efe, el nuevo primer ministro designado tiene un plazo de 30 días para lograr que el Legislativo dé la confianza a su Gabinete de Ministros cuya composición todavía se desconoce.
El nombramiento tuvo lugar en una modesta ceremonia en el Palacio Presidencial de Bagdad a la que asistieron altos cargos y personalidades como el presidente del Parlamento, Mohamed al Halbusi, y la enviada especial de la ONU para Irak, Jeanine Hennis-Plasschaert.
"Hoy estamos aquí para encargar al hermano Mustafa al Kazemi la formación del nuevo gobierno de Irak", afirmó Saleh en un discurso televisado en el que definió al nuevo candidato como "una figura luchadora y educada conocida por su integridad, moderación y preocupación por los derechos de los iraquíes".
Irak está con un gobierno en funciones desde el pasado 29 de noviembre, cuando Adel Abdelmahdi renunció como primer ministro en medio de las protestas que comenzaron en octubre en demanda de cambios políticos y económicos en las que han muerto hasta el momento más de medio millar de personas.
Abdelmahdi sin embargo aún ejerce el cargo en funciones hasta que el Parlamento dé el visto bueno a un sucesor.
A diferencia de Al Zurfi, Al Kazemi, quien estudió Derecho y ejerció como periodista antes de convertirse en jefe de la inteligencia en junio de 2016, cuenta con el respaldo ya adelantado de los principales bloques políticos.
El miércoles, al retirar su apoyo a Al Zurfi, los partidos suníes y la Presidencia de la región autónoma del Kurdistán aseguraron en sendos comunicados que apoyarían a Kazemi, el candidato elegido por los chíies.
Saleh destacó en su discurso que las principales fuerzas políticas y sociales han elegido a Al Kazemi como mandatario, al tiempo que reconoció que las últimas semanas estuvieron marcadas por "controversias y fuertes diferencias" entre la Presidencia y los partidos políticos.
Los grupos chiíes más próximos a Irán habían rechazado rotundamente la candidatura de Al Zurfi por considerarle demasiado cercano a Estados Unidos.
Al Zurfi anunció su renuncia poco antes del nuevo nombramiento afirmando en un comunicado que quería "mantener la unidad iraquí y el interés supremo".
Además, aseveró que su dimisión no impedirá que siga su labor de servicio a los iraquíes en su escaño en el Legislativo y afirmó que seguirá trabajando para reconstruir el país "con el mismo modelo que el mundo avanzado".
Su predecesor, Mohamed Taufiq Alaui, el primero designado por Saleh tras la dimisión de Abdelmahdi, renunció el pasado 1 de marzo también por falta de apoyos en el Parlamento.
Si finalmente se confirma en el Parlamento el respaldo de los bloques a Al Kazemi, éste se encontrará con un país paralizado en lo gubernamental desde cinco meses, con graves problemas económicos y una caída de los ingresos por las fuertes bajadas del petróleo en el mercado internacional.
Irak además se encuentra en medio del proceso de retirada de varias bases de la coalición internacional que lucha contra el Estados Islámico, cuyo resurgimiento siguen siendo una amenaza.
Además, el país, que aún no ha resuelto las demandas de cambios en el régimen político y de soluciones económicas exigidas por los manifestantes, afronta en pésimas condiciones la crisis de salud que está causando el COVID-19.
Según fuentes oficiales, Irak ha registrado poco más de 1,000 casos de la enfermedad y 64 muertes, pero la estructura sanitaria con que cuenta para responder a la pandemia tras años de sucesivos conflictos está lejos de ser la adecuada.