"Ahora se trata de si habrá abusos en los pagos de las ayudas por hijo (184 euros al mes) o del Hartz IV (ayuda social de 391 euros más gastos de alquiler) por parte de los ciudadanos de la Unión Europea (UE) en Alemania", afirmó la canciller alemana, Angela Merkel, en una entrevita publicada hoy en el diario alemán "Passauer Neue Presse".
"No queremos pagar el Hartz IV a los ciudadanos de la UE que residen en Alemania sólo buscando trabajo. La UE no es una unión social", indicó. "Trabajamos para poder evitar de la mejor forma posible los abusos", agregó sobre las medidas que prepara el gobierno y que han desatado titulares sensacionalistas tanto en Alemania como en el extranjero.
Este giro en el discurso del gobierno de Merkel, que ha pasado de clamar a los cuatro vientos la necesidad de mejorar la cultura de bienvenida para hacer más atractivo el país a la mano de obra cualificada extranjera a filtrar el borrador del proyecto de ley para evitar fraudes al sistema social por parte de extranjeros, es visto por la oposición como "populismo", a tres días de las elecciones al Parlamento Europeo.
"La Unión (CDU/CSU) apuesta en el sprint final de la campaña electoral europea por adelantar por la derecha a partidos populistas de la derecha como Alternativa para Alemania (AfD). Para ello no hay nada ni demasiado malo ni miserable", criticó la jefa de Los Verdes Simone Peter.
La Unión Cristianodemócrata (CDU) de la mandataria alemana parece posicionarse así con su hermano bávaro, la Unión Cristianosocial (CSU), sacando en plena campaña el tema de la inmigración desde los países más pobres de Europa. "Consignas sordas en lugar de soluciones reales a los problemas es el lema del momento", agregó Peter.
Las alarmas saltaron el 1 de enero de este año cuando los rumanos y búlgaros recibieron plenos derechos para entrar en los mercados laborales de otros países de la UE, algo habitual cada vez que entra un nuevo país en el seno europeo.
Los conservadores del rico estado del sur de Alemania, Baviera, enseguida alertaron de los riesgos de que Alemania se convirtiera en una especie de oasis para los "turistas sociales".
Ante el aluvión de titulares de alarma, una portavoz de la Oficina de Empleo de Alemania matizó que "actualmente, los rumanos y búlgaros suponen sólo un 0,7 por ciento de todos los receptores de ayuda social del país". Asimismo, hay que tener en cuenta que casi un 36 por ciento de los que reciben la ayuda lo hacen como complemento a sus bajos salarios, insuficientes para vivir, no porque se estén aprovechando del sistema social alemán.
Éste es uno de los grandes problemas de Alemania, donde un total de 4.45 millones de trabajadores reciben parte de ayuda social, algo que se intenta solucionar desde el gobierno con un salario mínimo por ley. En total, Alemania destinó al Hartz IV el pasado año hasta 33,700 millones de euros, de los cuales 1,700 millones fueron a parar a manos de 311,000 inmigrantes de países de la UE.
En medio de este debate sobre la inmigración y el mismo día en que se dio a conocer que Alemania acogió en 2013 la cifra récord de 1.226 millones de extranjeros, el presidente federal de Alemania, Joachim Gauck, tuvo que salir a recordar a la población que el país "necesita la inmigración". Una inmigración que fue calificada hace un año por la entonces ministra de Trabajo alemana, Ursula von der Leyen, como un "golpe de suerte" para el país por su "nueva calidad".
Alemania necesita la mano de obra de otros países debido al envejecimiento de la población. De acuerdo a la Asociación de la Industria Alemana (BDI) el país perderá 6.5 millones de trabajadores hasta el año 2020.
"Si queremos seguir manteniendo nuestro fuerte crecimiento deberemos traer mano de obra cualificada del extranjero", aseguró el presidente de la BDI, Ulrich Grillo, a principios de año.
Mientras el desempleo castiga buena parte de Europa, los empresarios alemanes denuncian pérdidas millonarias por la falta de trabajadores suficientes para cubrir los puestos que generan.
Un 53 por ciento de los 3,000 empresarios encuestados por la consultora Ernst & Young en febrero aseguró haber sufrido pérdidas reales por la falta de mano de obra cualificada en Alemania. El daño global se estima en 31,000 millones de euros cada año (42,200 millones de dólares).
Además, seis de cada diez pequeñas y medianas empresas (PYMES) consultadas reconocieron no haber podido ocupar puestos de trabajo y un 28 por ciento explicó que necesita nuevos empleados. El informe calcula que sólo las PYMES alemanas, un pilar de la primera economía europea, suman en total 325,000 empleos vacantes.
En este punto, Alemania deberá encontrar el equilibrio entre sus políticas enfocadas a atraer mano de obra cualificada, como por ejemplo, a través del reconocimiento de titulaciones o ayudas para cursos de idiomas, y las medidas para frenar un posible "turismo social", como expulsar a los extranjeros que no encuentren trabajo en seis meses, para satisfacer al sector más conservador de la sociedad. (DPA)