Francia debate ley para combatir la prostitución multando al cliente

Hong Zhang (nombre ficticio) no tiene precisamente buena opinión de la policía parisina. Casi uno de cada tres días es llevada a comisaría, cuenta esta prostituta china, "y sólo por estar trabajando". Cuenta que a veces recibe de los agentes un trato violento y casi siempre humillante.

Según esta mujer de 45 años, a menudo es esposada y tiene que esperar horas en la fría comisaría hasta que llegue el turno del interrogatorio. "La última vez pensé en suicidarme", confiesa entre lágrimas. "Además, yo no soy la culpable, sino el cliente."

Sin embargo, la legislación francesa ve las cosas de otra manera: aunque la prostitución en sí es legal, ofrecerse a clientes es un acto punible con hasta dos meses de prisión y 3.750 euros (unos 5.100 dólares) de multa. Así, las prostitutas se mueven a diario en la delgada línea entre lo legal y lo ilegal.

La situación podría tener los días contados. Los diputados socialistas han propuesto, con el apoyo de la ministra para los Derechos de la Mujer, Najat Vallaud-Belkacem, una ley para penalizar a los clientes de la prostitución, que comienza a debatirse hoy en el Parlamento y supone un cambio radical frente a la normativa actual.

Así, en lugar de las prostitutas, en el futuro se penalizará a los clientes. Quienes sean "pillados" en la compra de sexo se enfrentan a multas de 1.500 euros, y en caso de repetir, de hasta 3.000 euros. "Las prostitutas son víctimas", afirma el diputado Maud Olivier. "Queremos acabar con la prostitución a largo plazo."

Para lograr este objetivo, el proyecto de ley prevé toda una serie de medidas: los clientes podrían verse obligados a contribuir con tareas sociales en organizaciones de ayuda para prostitutas y se explicará a los estudiantes las consecuencias sociales de la prostitución, que contribuye "a una imagen humillante de la mujer", señala Olivier.

Además, se prevé también ayuda activa para las mujeres que quieran dejar el sector, por ejemplo con planes de formación continua para respaldarlas en el aprendizaje de otra actividad. Pero de los planes al consenso social hay un largo camino por recorrer.

La actriz Catherine Deneuve o el "chansonnier" Charles Aznavour figuran entre los firmantes de una petición contra la ley. La revista "Causeur" publicó en su número de noviembre el manifiesto "¡No toquen a mi puta!", en el que 343 autodenominados "cabrones" critican el proyecto de ley y defienden la libre satisfacción de "sus deseos y placeres". Entre ellos figura el escritor Frédéric Beigbeder.

En cambio, organizaciones feministas llevan semanas en campaña para defender la aprobación de la norma. En el "Llamamiento de las mil" exigen un castigo más duro para los rufianes, una postura que cuenta ya con tradición en Francia: los burdeles y el tráfico de mujeres están prohibidos desde 1946.

Desde el sindicato de prostitutas, Strass, y varias organizaciones humanitarias, la ley también se critica. "Cuanto más ilegal sea la prostitución, se hará de forma más clandestina y conllevará más peligros para el trabajo de las mujeres", sostiene la trabajadora social Laure Courret.

Ya existen redes de proxenetas que ofrecen a las prostitutas chinas encuentros con sus clientes en lugares escondidos. "Allí no pueden pedir ayuda a nadie en caso de que haya problemas con el cliente", explica airada la trabajadora social. "Esta ley es hipócrita."

Resulta controvertido establecer si las multas a los clientes en otros países europeos, como por ejemplo Suecia, han contribuido realmente a combatir la prostitución. Hong Zhang se muestra escéptica. "La policía no lo aplicará", dice negando con la cabeza. Y para ello aún tiene que salir adelante la ley, cosa que tampoco está clara.