Hay una razón "única pero clave" para que se logre una reforma migratoria: "Es bueno para el país, es bueno para la economía, es bueno para las empresas estadounidenses y sí, es muy bueno para los trabajadores estadounidenses", resumió el presidente de la Cámara de Comercio estadounidense, Tom Donohue.
El influyente líder empresarial recibió hoy en su Cámara de Comercio en Washington a voces religiosas, portavoces de la industria y hasta del sector más conservador del Partido Republicano -de la mano del estratega político Grover Norquist- para asegurar que pese al escaso tiempo legislativo que le resta al actual Congreso estadounidense, todavía hay espacio para lograr una reforma migratoria, si se demuestra voluntad.
El grupo trató de despejar las dudas sobre el éxito de esta reforma que arreciaron después de que el líder republicano en el Congreso, John Boehner, rechazara el miércoles de plano llevar a votación una propuesta integral sobre este tema en la Cámara de Representantes que él preside y también se negara a aceptar negociar en base a la propuesta integral -y bipartidista- ya aprobada por el Senado meses atrás.
Sus palabras fueron consideradas ampliamente, tanto desde la prensa como por activistas y hasta muchos legisladores, como un portazo al último resquicio para lograr una reforma migratoria que resuelva la situación de los más de 11 millones de indocumentados que hay en el país y que constituye una promesa renovada del presidente, el demócrata Barack Obama.
Pero según Donohue y los representantes de sectores conservadores de la sociedad reunidos hoy en Washington, ésta es una interpretación errónea o al menos no del todo correcta ya que Boehner es consciente de que tiene que hacer algo en materia migratoria.
"Lo que Boehner hizo fue calmar los miedos" de los legisladores más conservadores para que se sientan "cómodos" para votar proyectos migratorios legislativos sueltos, dijo Norquist a la agencia dpa tras la comparecencia conjunta.
Según explicó, más allá de un grupo de "una decena" de legisladores que se oponen a cualquier movimiento en materia migratoria, existen suficientes congresistas republicanos -que son mayoría en la cámara baja- para aprobar algún tipo de legislación siempre y cuando no se les apabulle con un texto tan grande como el que votó el Senado.
Pese al mensaje de confianza, las protestas continúan en los alrededores del Capitolio por parte de numerosos activistas y grupos que llevan días y semanas confrontando a los legisladores más reacios a debatir y votar una reforma migratoria.
En los últimos meses, diversos activistas y grupos se han manifestado, han protagonizado actos de desobediencia civil para ser ostensiblemente detenidos frente al Capitolio, incluidos algunos legisladores, que han ido puerta por puerta en los despachos del Congreso o incluso han realizado ayunos como el que desde comienzos de semana mantiene un grupo de familias.
Pero pese a ello, el hecho es que, cuando el Congreso se apresta a cerrar sus puertas en pocas semanas, no se ha permitido aún el voto en el pleno de la cámara baja de ninguna de las propuestas migratorias presentadas, ni una integral de los demócratas ni las hasta cinco iniciativas sueltas de varios republicanos.
El miedo de muchos activistas y legisladores es que si no se logra una votación como tarde a comienzos de 2014, todo el esfuerzo vuelva a fracasar como en las últimas décadas, debido a que hay amplia coincidencia en que las elecciones parlamentarias de noviembre del año próximo paralizarán seguramente cualquier debate migratorio.
Sin embargo, según el presidente de la Cámara de Comercio, la mayoría de los legisladores son conscientes del alto precio que puede implicar también no actuar ahora, cuando tantos sectores de la sociedad, incluso empresarios y sindicatos, están de acuerdo, por una vez, en un tema como éste.
"Creo que lo vamos a lograr, vamos a conseguirlo porque el precio de no hacerlo es enorme, igual que el precio político de no hacer nada", dijo Donohue. "Nada bueno surge de no afrontar el tema", insistió.