"Queridos hermanos y hermanas, sigo con preocupación el aumento de la violencia y de los enfrentamientos que desde hace meses se producen en el Estado de Palestina y de Israel", reconoció desde la ventana del Palacio Apostólico tras el rezo del Ángelus dominical.
El pontífice denunció los dos "viles" atentados con explosivos que el pasado miércoles sacudieron Jerusalén, que en un primer momento se saldó con un menor de edad muerto y catorce heridos (esta sábado falleció una segunda persona que estaba hospitalizada).
Ese mismo día otro adolescente, palestino de 16 años, murió por los disparos del Ejército de Israel en Nablus, una ciudad del norte de Cisjordania ocupada donde los soldados se encontraban protegiendo a un grupo de civiles israelíes que iban a orar en la tumba de José (posteriormente murió otro joven de 22 años por disparos).
"La violencia asesina el futuro, despedazando la vida de los más jóvenes y debilitando las esperanzas de paz", dijo el papa ante los fieles que le escuchaban en la plaza de San Pedro, para después rezar por estas víctimas y "en particular por sus madres".
"Espero que las autoridades israelíes y palestinas tengan mayormente en el corazón la búsqueda del diálogo para construir la confianza recíproca sin la cual nunca habrá una solución de paz en Tierra Santa", instó el pontífice, que una vez más volvió a pedir el cese de la violencia en la Ucrania invadida por Rusia.