Con su humor y entrega, el religioso conquistó los corazones de la gente a su paso por las calles primero en un coche con las ventanillas bajadas y luego en un Papamóvil abierto. En todas partes fue recibido como si se tratara de una estrella de rock y al grito de "¡Viva el papa!"
Se notaba además que el pontífice estaba feliz. De camino al palacio presidencial y a un estadio ubicado en un centro comercial para un encuentro multitudinario con familias, paró una y otra vez para saludar también a la gente que estaba en segunda línea, entre ellos también al personal de seguridad. Lejos de los flashes de las cámaras visitó asimismo un orfanato en donde conmovido por el canto de los niños se puso a llorar de emoción, según relató el cardenal filipino Luis Tagle.
Hubo espacio para el humor incluso en la misa de la catedral de la capital filipina. Las primeras palabras de su homilía fueron "¿Me amáis?", una repetición del Evangelio Según San Juan que acababa de ser leído. Pero muchos de los jóvenes sacerdotes contestaron automáticamente "sí" antes de que el papa pudiera seguir. Entonces éste se echó a reír y dijo: "Gracias, aunque yo estaba citando el Evangelio".
En cuando al mensaje, Francisco subrayó que "para modificar las estructuras sociales que fijan la pobreza, deben modificarse las actitudes".
Por eso, instó a los políticos a la honradez. "Los políticos deben dar un ejemplo luminoso de honradez, decencia y entrega al bien común", dijo. "Sólo así pueden movilizarse los recursos morales para enfrentar los desafíos de la actualidad y dejar a las próximas generaciones una sociedad con verdadera justicia, solidaridad y paz", añadió.
Los obispos filipinos declararon 2015 "año de los pobres". "Espero que este sea un llamamiento para todos, en todas las clases sociales, a rechazar toda forma de corrupción que le quita dinero a los pobres", dijo en un discurso en inglés.
Desde 2012, Filipinas avanzó del puesto 105 al 85 entre 175 países en el índice de corrupción de la organización Transparencia Internacional.
Durante la homilía en la catedral de Manila, a la que asistieron unos 1.500 obispos, sacerdotes y monjas, el pontífice instó también a los religiosos a vivir de forma acorde a su voto de pobreza y los llamó a combatir "las causas de la inequidad y la injusticia profundamente arraigadas que dañan el rostro de la sociedad filipina".
"El Evangelio llama a los cristianos a vivir sus vidas con honestidad, integridad y preocupación por el bien común", dijo. "También llama a las comunidades cristianas a crear (...) redes de solidaridad que puedan expandirse para abrazar y transformar la sociedad".
Las palabras llegan en momentos en que numerosos obispos y clérigos filipinos han sido acusados de connivencia con políticos corruptos e cambio de beneficios financieros. Los religiosos con coches de lujo, ropas de diseño o comiendo en restaurantes caros no son una rareza en Filipinas, y muchos líderes de la Iglesia han alerto de que estos excesos y privilegios socavan la credibilidad de la Iglesia.
"Cómo podemos proclamar la buena nueva del poder liberador de la Cruz a otros si nosotros mismos no permitimos que la palabra de Dios sacuda nuestra complacencia, nuestro temor al cambio, nuestros mezquinos compromisos con las formas de este mundo", se preguntó Francisco.
Los más de 80 millones de católicos filipinos son en su mayoría muy religiosos. Algunas personas esperaron hasta ocho horas para poder ver pasar la comitiva del papa.
En el encuentro de las familias los asistentes celebraron un comentario del pontífice sobre San José. El papa destacó la importancia del descanso como forma también de entrar en contacto con dios y señaló que tiene una imagen de San José dormido sobre su escritorio.
"Lo quiero mucho a San José", dijo el religioso. "Cuando tengo un problema, una dificultad, escribo un papelito y lo pongo debajo de San José para que lo sueñe. Esto significa para que rece por este problema".
El papa llegó el jueves procedente de Sri Lanka. Ya de camino del aeropuerto a la ciudad, cientos de miles de personas saludaron al Sumo Pontífice.
El portavoz del Vaticano, Federico Lombardi, dijo que el papa está muy conmovido por esta cordial bienvenida.
Durante la visita de hoy al palacio presidencial de Malacañang el pontífice defendió también los valores de la familia. La familia y sobre todo los jóvenes tienen un papel fundamental en la renovación de la sociedad, dijo.
"Pero como todos los regalos de Dios, la familia puede ser estropeada y destruida. Necesita nuestro apoyo", sostuvo. "Sabemos lo difícil que es en las actuales democracias mantener y defender derechos humanos tan básicos como el respeto por la dignidad de cada ser humano, el respeto por la libertad de consciencia y de religión y el respeto por el derecho inalienable a la vida, empezando por los no nacidos hasta los ancianos y enfermos". (DPA)