No podría haber un pronóstico peor del viento, se lamentó el jefe de los bomberos rurales, Shane Fitzsimmons. "En días como mañana hay un riesgo potencial de más pérdidas de hogares y de vidas", añadió.
Las temperaturas podrían llegar a los 30 grados y los vientos incluso hasta los 100 kilómetros por hora. "Es una constelación totalmente nueva. Es mucho más que un simple día con mal tiempo", comentó Fitzsimmons.
Esta tarde la situación era sin embargo bastante mejor, gracias a una leve llovizna sobre los principales frentes en llamas.
Durante la noche, los bomberos iniciaron fuegos controlados para unir dos incendios y provocar así que se apaguen antes. Con la arriesgada maniobra se creó un "megaincendio" de 50,000 hectáreas.
También aprovecharon la llovizna para hacer cortafuegos alrededor de los otros 60 focos a la espera de que las cenizas no traspasen las barreras y se extingan.
Desde el inicio de los incendios hace una semana se han quemado más de 110,000 hectáreas de arbustos. También quedaron destruidas más de 200 casas en las Blue Mountains, a unos 70 kilómetros al oeste de Sydney.
Los expertos temen tremendas consecuencias si los incendios no están controlados hasta mañana miércoles. "Las llamas podrían emitir tanto calor y vapor que empujen el humo muy alto hacia el cielo", comentó a la emisora ABC el experto Owen Price, de la Universidad de Woolongong. "Eso puede causar nubes de tormenta, acelerar el viento y provocar rayos. Y todo eso multiplica los incendios".
Algo así ocurrió ya en 2009 cerca de Melbourne y en 2003 cerca de Canberra, donde a causa de los graves incendios murieron más de 170 personas y se quemaron más de 500 casas.
Fitzsimmons tiene desplegados en las Blue Mountains 1,100 bomberos, la mayoría de ellos voluntarios, en 318 carros de bomberos respaldados por 84 aviones hidrantes.