El primer ministro canadiense, Justin Trudeau, se refirió este jueves a los dos durante su rueda de prensa diaria sobre la crisis del COVID-19, pero fue incapaz de ofrecer ningún detalle sobre su hipotética puesta en libertad y si podrán regresar a su país.
"Hemos estado trabajando de forma muy diligente en el tema de Michael Spavor y Michael Kovrig que están detenidos desde hace 500 días en China. Es algo que hemos tomado muy seriamente desde el principio. El ministro de Asuntos Exteriores habló con su homólogo muy reciente para expresar nuestras preocupaciones y deseos de que sean liberados pronto", declaró Trudeau.
LA CRISIS DE COVID-19 DIFICULTA LA LIBERACIÓN
La incapacidad de Canadá para presionar a las autoridades chinas no solo no ha mejorado, sino que, de hecho, ha empeorado, especialmente desde el estallido de la crisis del coronavirus.
Las visitas consulares que los diplomáticos canadienses mantenían con los dos presos, una al mes, han sido suspendidas por las autoridades chinas debido a la pandemia, y Ottawa parece no saber siquiera en qué prisión están retenidos.
Trudeau hizo mención este jueves a esa suspensión: "La crisis de COVID-19 ha provocado que el sistema chino no pueda permitir las visitas consulares, pero nos han asegurado que están en una instalación en una región que no está particularmente afectada por COVID-19, aunque seguimos presionando para obtener más detalles y mejor acceso".
La crisis del coronavirus también ha afectado negativamente la situación de Kovrig y Spavor de otras formas.
Durante meses, Canadá montó una campaña internacional para buscar apoyos de otros Gobiernos y presionar a Pekín para su liberación, con la que consiguió declaraciones de respaldo de aliados europeos, EE.UU., Australia y otros países, lo que suscitó la ira de Pekín.
La crisis de COVID-19 ha frenado bruscamente la campaña ahora que prácticamente todos los países del mundo parecen depender de China para conseguir material sanitario.
El propio Gobierno de Trudeau rebajó el tono al principio de la pandemia, cuando se vio obligado a rescatar a centenares de canadienses retenidos en la ciudad china de Wuhan, epicentro de la pandemia, y en la provincia de Hubei.
A principios de abril, el ministro de Asuntos Exteriores de Canadá, François-Philippe Champagne, habló con su homólogo chino, Wang Yi, y, según la descripción de la conversación proporcionada por Ottawa, la situación de Kovrig y Spavor fue el último de los temas que abordaron.
CANADÁ, REHÉN DE LOS SUMINISTROS DE CHINA
Lo principal de la conversación fue "la importancia de mantener la cooperación y el diálogo abierto entre Canadá y China, mientras la pandemia sigue evolucionando", y conseguir que Pekín facilite el apoyo necesario para asegurar la "exportación de bienes esenciales y suministros" adquiridos por Canadá.
Por si había alguna duda del poder de China durante esta crisis y de la necesidad de no soliviantar a sus autoridades durante la pandemia, esta semana se supo que dos aviones enviados por Canadá para traer material sanitario como mascarillas tuvieron que regresar vacíos porque Pekín no les permitió esperar la llegada del cargamento.
La saga de Kovrig, un diplomático en excedencia que trabajaba en China para el centro de pensamiento International Crisis Group (ICG), y Spavor, un empresario especializado en relaciones con Corea del Norte, se inició después de que Canadá arrestase el 1 de diciembre de 2018 a Meng Wanzhou, directora financiera de Huawei.
Aunque oficialmente la detención de los canadienses no está relacionada con la de Meng, expertos y diplomáticos no dudan de que su arresto es en represalia por la retención de la directiva de Huawei.
Canadá detuvo a la responsable del gigante tecnológico chino e hija del fundador de la empresa a petición de EE.UU. cuando hizo escala en la urbe canadiense de Vancouver de camino a México.
EE.UU. solicitó meses después formalmente la extradición de Meng, a la que acusa de cometer fraude para evadir las sanciones comerciales impuestas por Washington a Irán, y el proceso se está dirimiendo en los tribunales canadienses.
Mientras que Meng, cuya fortuna personal se calcula en centenares de millones de dólares, se encuentra en libertad bajo fianza y viviendo con su familia en una de las dos mansiones que posee en Vancouver, Kovrig y Spavor están encerrados en celdas de reducidas dimensiones iluminadas las 24 horas del día.