Estos datos confirman que, si bien la confianza de los empresarios comienza a repuntar en el país, la destrucción de puestos de trabajo sigue en el gigante sudamericano.
Los datos publicados este martes por el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE) señalan que se trata del mayor índice de desocupación desde que comenzó a contabilizarse en 2012 con los patrones actuales.
El dato supone un leve empeoramiento respecto a las previsiones de los analistas del mercado, que preveían que el desempleo se situara cercano al 11.8 por ciento registrado en el tercer trimestre.
La recesión en Brasil, que suma ya dos años, sigue azotando con fuerza al gigante sudamericano, en especial a su industria, que ha perdido decenas de miles de empleos desde 2014.
El gobierno del presidente Michel Temer dijo este martes, sin embargo, que el país está en “el buen camino”, a pesar de haber sufrido en 2016 “una crisis de proporciones inéditas”.
El Ejecutivo, que pretende extender su programa de recortes del gasto social con una polémica reforma del sistema de pensiones, debe seguir fomentando la actividad económica por medio de un agresivo recorte de los tipos de interés bancario en los próximos meses.
Con todo, organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional (FMI) prevén un crecimiento casi plano para este año (0.3-0.5) y en 2018 el gigante sudamericano apenas debería crecer 1.5 por ciento de su Producto Interno Bruto (PIB).
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) dijo en enero que Brasil será el motor del paro en toda la región este año, y estimó que el número de personas sin empleo alcanzará los 13.8 millones (12.4 por ciento) en 2018.