"Era jueves. Y los jueves siempre iba con una amiga a la sauna. Así que fui a la sauna", contó recientemente la canciller alemana al recordar dónde se encontraba durante los acontecimientos que hace 25 años cambiaron Alemania y el mundo.
Primera canciller alemana proveniente de la Alemania comunista (RDA) y considerada hoy la mujer más poderosa del mundo, Merkel tenía entonces 35 años y era una física de carácter retraído y empleada en la Academia de las Ciencias de Berlín este.
Al salir de la sauna topó con un mar de gente que se dirigía a los pasos fronterizos de Berlín. "Es algo que no olvidaré nunca. Eran las 22:30 horas, tal vez las 23. Simplemente me uní a la gente. Estaba sola, pero me uní", señaló.
Miles de personas acudían a los cruces al Berlín occidental ante las noticias de que la (RDA) había abierto su frontera. La presión de la gente llevó al régimen a permitir el paso antes de la medianoche y un mar de berlineses del este cruzaron al otro lado de la ciudad para pisar por primera vez occidente. Merkel se encontraba entre ellos.
"Fuimos a la parte occidental de Berlín. Se formó un grupo de gente y fuimos a una casa cualquiera. Todos queríamos llamar por teléfono. Yo quería llamar a mi tía", señaló la líder cristianodemócrata.
"A la mañana siguiente tenía que trabajar. Además era una persona ordenada. Así que en algún momento como a la 1:00 o 1:30 volví a casa, después de haber bebido mi primera cerveza occidental. Todavía la recuerdo: era una cerveza de lata. No estaba acostumbrada a eso".
La caída del Muro se precipitó la noche del 9 de noviembre cuando un miembro del Politbüro de la RDA anunció en una conferencia de prensa que el régimen permitiría abandonar el país.
Merkel vio el anuncio por televisión y llamó a su madre. "Presta atención, madre, hoy aquí pasa algo", le comentó. Pero como muchos alemanes, la canciller no imaginó en ese momento que en cuestión de horas se produciría el acontecimiento más importantes en la historia europea reciente. Y cumplió con su cita en la sauna. (DPA)